Guardiana de Sombras I

La Guardiana

Sobre el mar de cristal, unas ruinas, fosforescencias y almas perdidas. La Guardiana de Sombras, al caer el crepúsculo, se acercaba al acantilado y encendía una pequeña hoguera entre piedras requemadas más allá del límite de los cipreses. Era un sencillo ritual, un saludo de bienvenida a la oscuridad a otro ser inmortal.

Neptuno, flotaba sobre las olas para observarla allá arriba, siempre unos minutos antes del anochecer. Él no podía vivir sin ella, pero tampoco podía hacerlo fuera del mar. La Guardiana era inalcanzable en su bosque de muerte y eternidad, al que estaba atada por juramentos de sangre y muerte.

Escarpadas paredes de piedra y rompientes de roca separaban a ambos seres inmortales, que a pesar de  haberse conocido, estaban condenados a nunca encontrarse.