Guardiana de Sombras V

Gaurdiana de Sombras V

Brigitte sentía una enorme presión por la gran cantidad de almas recién llegadas que revolucionaban el recinto sepulcral. Aumentó el control sobre ellas con mucho pesar al sentirse en cierto modo culpable de la reacción de Neptuno. Dejó de realizar la ceremonia del fuego en los atardeceres, contemplando la posibilidad de que aquel ser se olvidara de ella si no la veía. Pasaron así las estaciones hasta que llegó la más fría. 

Era la tercera noche del segundo mes del invierno, cuando la luna se encontraba en su cenit, recibió una visita inesperada. Habían sido cientos de años sin saber de Krampus, y ahora estaba ahí, tras la verja, contemplándola con un brillo rojizo en sus hermosos ojos. Brigitte sonrió por vez primera en mucho tiempo.

Cuando ella se acercó a los oxidados barrotes que separaban su mundo del exterior, Krampus, el Señor del Invierno, cogió su mano a través de ellos y la besó tiernamente. «Brigitte», musitó en voz baja.

Después de tanto tiempo sin saber el uno del otro había muchas cosas por contarse, muchas sensaciones compartidas que todavía flotaban entre ellos. La luna descendía ya hacia el horizonte y el cielo clareaba por el este, cuando en su paseo llegaron al acantilado. Un escalofrío desagradable la recorrió. «Debo regresar» afirmó la mujer, retomando el camino de regreso. «Espera, observa», le dijo el Señor del Invierno, tomándola del brazo y acercándola al precipicio.

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