AMANDINE. APUNTE DEL NATURAL (final)
Por Eunoia
Enviado el 05/09/2025, clasificado en Adultos / eróticos
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AMANDINE
APUNTE DEL NATURAL
(EL RESTO TE LO INVENTARÁS)
(Final)
Ella hundía su dedo; yo acaricio mi mango también. Sacó el dedo y metió dos hasta donde alcanzó. Entraba y salía de la vagina. Sus piernas se movían: las abría y las cerraba con todos los dedos dentro. Se la oía jadear. Sus ojos estaban entornados. Volvió a sacar los dedos. Cuando los volvió a introducir en la vagina su raja estaba visiblemente brillante y distendida. Ahora solamente el pulgar de la mano derecha quedó fuera, acariciando el clítoris despacio, muy despacio. Yo manoseaba mi polla con el corazón desbocado. Nunca había visto una masturbación femenina de este tipo.
Ven, me dijo. Míralo de cerca. Me acerqué. Ella sacó los dedos. Una película sedosa los cubría. ¿Quieres chuparlo, Antonie? Mi tranca parecía que iba a comenzar a expulsar mi leche sobre ella, sobre sus negras tetas, sobre su vientre, chorreando en su fruta sexual abierta. Hubiera querido acercarme hasta su cara y dejarme ir en ella, como una comunión de placer. La imaginaba con la lengua fuera en un gesto obsceno, reclamando mi eyaculación ardiente.
Me agaché y lamí sus dedos, su sabor vaginal me inundó. ¿Te gusta? Respondí con un sonido de mi garganta. Mis papilas gustativas paladeaban sus flujos, su olor me llenaba, me hacía desear cada palmo de su ser, de su untuoso interior regado de jugos intensos. Sorbí hasta la última gota de su licor interior. Disfrutaba del olor de su coño. Quieres follarme, ¿verdad? ¿Quieres clavarme la polla dentro, llenarte de mi fuego sexual? Apenas pude decir un sí afirmativo ahogado por mi saliva entre sus dedos. Mira mi chocho, Antonie. Está a punto de llegar al orgasmo.
Yo me retiré para verlo. El coño de Amandine estaba completamente abierto. Sus nalgas también estaban cubiertas del lubricante. Volvió a usar el tubo y cubrió toda su mano. Poco a poco se penetró. Con la otra mano se masturbó el clítoris. Yo me pajeé presa de un arrebato sexual. Mi leche manó abundantemente y cayó sobre el asiento de la silla, pero yo continué masturbándome. Amandine abrió los ojos y nos miramos cómplices del placer y la lubricidad más absoluta. Cuando estalló en un segundo orgasmo, su cuerpo se estremecía y se restregaba sobre el sofá. Sacó su mano y se acarició con ella los pechos muy delicadamente. Siguió así un rato hasta que su rostro se relajó, al igual que su cuerpo.
Con una sonrisa me dijo: ¿Nunca has visto algo así, Antoine? Negué con la cabeza. ¿Te ha gustado? Señalé mi semen esparcido en la silla y algunas gotas en el suelo del piso. Ella indicó con su dedo mi polla: Otro día la quiero dentro. Hizo una pausa, tragó saliva y con un mohín muy atractivo añadió: ¿Te das cuenta, Antonie?, ya no he de inventarlo nada: lo he tenido ante mis ojos en todo su vigor, y en el interior de mi boca; lo he saboreado y puedo pintarlo con una exactitud natural con los ojos cerrados, y se echó a reír con grandes carcajadas a la vez que se acariciaba los grandes labios de su vagina reluciente de fluido y todavía sensualmente dilatada.
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