DONDE LOS SUEÑOS CUESTAN DEMASIADO

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Caminaba por el parque Disney con los ojos brillantes, como lo hacían los niños a mi alrededor. Las luces, la música, los personajes..… todo parecía parte de un sueño cuidadosamente diseñado para hacernos creer, por unas horas, que la magia es real.

Pero bastaron unos pasos más para que la ilusión empezara a mostrar su precio: tiendas por doquier, muñecos a precios imposibles, comidas temáticas que costaban más que un cuento entero. Un niño le pedía a su madre un sombrero de Mickey. Ella le decía que no tenía tanto dinero. Él no lo entendía. Después de todo, ¿no estaban en el lugar más feliz del mundo?

Me ví rodeada de regueros de personas consumiendo de forma desorbitada, colas inmensas para disfrutar de una atracción y me sentí totalmente fuera de lugar, incluso me entró mal humor. Mi hija me miró con los ojos brillantes y me preguntó si estaba bien. Le conté mis pensamientos y ella misma reconoció que aquello no la estaba pareciendo del todo bien y que no entendía por qué en aquel parque, en el que ya habíamos pagado mucho para entrar, estaban más preocupados de qué comprasemos que de nuestro disfrute en familia.

Fue entonces cuando lo comprendí: la fantasía seguía allí, pero atrapada entre etiquetas de precios altos y zonas VIP. La magia, en vez de surgir de la imaginación, parecía comprarse con tarjeta de crédito. Los castillos aún brillaban, pero los sueños… ya no eran tan accesibles.

Me senté en una banco, observando. Vi a una niña inventar su propia historia con una ramita y una piedrita que recogió del suelo. Jugaba a ser una princesa que no necesitaba corona. Ella no sabía que no estaba “aprovechando el parque”. Pero quizás era la única que realmente estaba viviendo la magia.

Y pensé: Disney "ha perdido el norte". No necesita esas tiendas ni todas las versiones premium. Lo que hace falta es más espacio para imaginar, para fomentar la fantasía infantil, y que desde pequeños aprendamos que soñar no tiene precio, que en el mundo de la fantasía todo cabe, todos somos iguales ....y que los cuentos no se venden, se inventan y los momentos divertidos son gratis.

Porque si algo deberían enseñarnos es que la verdadera magia no se compra.

 


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