Las citas en Tinder - parte 1
Por Aym Prince
Enviado el 10/09/2025, clasificado en Adultos / eróticos
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Empezaré diciendo que no es la única app que he probado, y en todas, he conocido toda clase de chicos, casi todos locos, igual que yo. Pero era divertido ponerse a scrollear allí si no tienes nada que hacer y quieres algo de paso, porque es una total mentira esa de que "conocí al amor de mi vida en esta app"...
El CEO - Benjamin
Recuerdo claramente cuando vi su rostro la primera vez: moreno, ojos oscuros y labios gruesos, una sonrisa perfecta - que luego supe, fue modelada por brackets en la adolescencia - y una barba que ya pintaba algunas partes blancas al igual que su cabello. No me voy a centrar en la edad porque todos, absolutamente todos, mienten sobre eso, y, además, no es algo que realmente me importe. Pero Benjamín era un tipo extremadamente inteligente y se podía hablar con él de lo que sea, y los temas sexuales eran sus favoritos...
Accedí a una salida con él luego de chatear en el app por dos semanas aproximadamente:
-entonces ¿nos vemos este viernes?
-Claro, en el centro comercial cerca del Teatro Nacional, a las 6pm
-aunque prefiero verte hoy mismo...
-no creo que sea apropiado, hoy juega la selección y tú ya tienes el día separado con tus amigos, y yo tengo ya mis planes hechos...
-entonces, que sea el viernes, mi reina...
-¡hecho! ¡el viernes!
Llegó el dichoso viernes. Yo no pude comer un bocado de nada ese día. Me sentía nerviosa, pero retomé la calma con un poco de pisco (siempre tengo mi reserva) y luego estuve en ayuno.
Escogí la ropa con cuidado: un sujetador y panties negras de encaje, las medias labradas y el portaligas adecuado, con el broche en la altura prudente, insinuante pero no vulgar. Yo debía tener un look de oficina - para él, yo salía de trabajar, sin embargo, estuve en casa todo el día - la falda sobre la rodilla, la blusa con detalles en rosa y el abrigo negro, al igual que mis stilettos, es mi color favorito y siento que me convierte en otra mujer cuando lo uso.
Llegué al lugar donde nos encontraríamos y busqué una cafetería, mientras trataba de estar tranquila escuchando música y tomando un café, cuando llegó su mensaje:
"Desde aquí puedo oler tu perfume, mi reina. Estoy afuera, te espero..."
Deseché el vaso y me retiré agradeciendo la servilleta que me extendió el muchacho de la barra. Abrí la puerta y allí estaba él:
-mi reina, lamento haberte hecho esperar, negocios de última hora...
-no hay problema, entiendo la situación, espero que todo haya salido bien...
-todo de maravilla, pero, ahora que te veo, necesito ya que salgamos de aquí...
Salimos del centro comercial directo al estacionamiento, su auto - que nunca supe que tenía - estaba allí: rojo, pequeño, con aspecto de convertible, pero elegante. Me invitó a subir y emprendimos la marcha.
Ya en la ruta, la charla incluyó nuestras carreras, la música, el cine, el teatro, conversamos casi de todo también al llegar al restaurante que él había escogido con cuidado frente al mar, con ambiente cálido e íntimo en el que la conversación fue amena: dos amigos hablando de todo y de la vida...
Terminó la cena y nos dirigimos a su auto. Allí dentro, la conversación giró por completo:
-En serio me encantó poder estar hoy contigo. Es mejor la charla directamente que en el chat...
-A mí también me encantó compartir contigo hoy - respondí - y me encantó cada detalle de la cena. Fue todo muy lindo y ameno...
-Una reina como tú no se merece menos - me dijo, acomodando un mechón de mi cabello que venía a mi rostro.
-Espero que esto se repita, realmente me agrada estar contigo - dije, mirándolo a los ojos, y bajando luego la mirada sin querer.
-A mí también me agrada - dijo, poniendo una mano sobre mi pierna, e intentando subirla entre mis muslos.
-entonces, ahora ¿qué haremos? ¿Con qué vas a sorprenderme, Benji? - le dije, deteniendo suavemente el avance de su mano.
-Lo que corresponde ahora, ya que no puedes escapar, es darte un beso...
Y fue lo que hizo, mientras acercaba mi rostro al suyo con su mano. El toque era suave al principio, un beso cálido y tierno, que se iba tornando fogoso a medida que bajaba su mano de mi rostro a mi cuello, y de allí a mi hombro, para pasar lentamente a mi brazo mientras encendía la intensidad de su lengua jugando con la mía. Era como si tuviera la necesidad de penetrarme con ella, y mientras reclinaba el asiento del auto continuaba besándome y metiendo sus manos entre mis muslos, acariciando con lascivia y deseo, bajando ahora sus labios a mi cuello, arrancando de mí algunos gemiditos ahogados...
-Dame la oportunidad, Mya, y te prometo que te haré el amor como una mujer como tú se lo merece...
Me lo dijo con una voz cálida y firme, hasta con cierta autoridad. Su voz tenía un tono oscuro, pero daba calma. Yo no pude negarme, no quise negarme. Él entendió mi consentimiento cuando me besó nuevamente y se aventuró a una caricia ligera entre mis piernas...
Condujo por un rato, besándome en cada parada de semáforo, guiando mis manos a su sexo y buscándome con la mirada. Llegamos al famoso Q15, un edificio de élite donde solo vive gente de influencia y adinerados extranjeros, con sus departamentos cuya vista se hace un sueño en lo alto viendo el mar en los balcones. Allí, en el ascensor, estando los dos solos, Benjamín me besó con furia, con una pasión no reconocida, hasta que llegamos al departamento, allí fue otra historia.
Entramos al departamento: una pieza pequeña para un hombre soltero, con lo necesario pero acogedor y ordenado, pese a vivir solo. Allí, quedó fuera mi bolso y mi abrigo. En el sillón nos besamos con una pasión que no habría imaginado en una cita de tinder. Sus manos buscaban los botones de mi falda y mi blusa, mientras yo buscaba despojarlo de la camisa y quitar la correa de su pantalón. Mientras eso ocurría, las luces apagadas en su departamento, pero prendidas en la ciudad nos daban la luz que precisábamos en esa noche. Cuando Benjamín consiguió quitarme la blusa y la falda, yo me quedé de pie ante él, sobre mis stilettos y aun con el sujetador y las panties, pero el aún seguía vestido. Para mí, era estar en desventaja...
Me arrodillé y él, tumbado en el sillón, miraba deslumbrado lo que yo estaba por hacer. Nada de trabajo me costó despojarlo del pantalón y el bóxer, pero nada en realidad en la forma en cómo yo describa en este relato le hará honor a la bestia que tenía ese tipo entre las piernas: grande, morena y venosa acompañada de dos grandes esferas de dragón - creo que debí avisar a Goku que yo tenía conmigo dos de esas mentadas esferitas, jajaja - que chupé con avidez, luego de esa gran polla, esa deliciosa y delirante polla. Pero esto es extenso...
Acompáñame en la parte 2 de este relato...
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