Sumisa: caída y redención II. Las amigas comparten todo
Por TeryosDOM
Enviado el 18/09/2025, clasificado en Adultos / eróticos
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María Constanza –Coni para los amigos, o sea para todos los que conoce- es una chica alegre, simpática y que se lleva bien con todo el mundo. Bajita, de ojos vivaces (pícaros cuando se ríe), y una carita tierna que enamora a cualquiera, pero de un buen humor que termina volviendo sus amigos a todos. Solamente con Bianca se muestra, algunas veces, seria e intensa: el humor es su forma de ser, pero también su mecanismo de defensa, porque nadie se atrevería a ser desagradable con una chica tan tierna y divertida, ¿no?
Coni ve el mensaje en su teléfono y sonríe: es Bianca diciendo “amiga, tengo que verte hoy, te necesito”. Seguro que quiere chismear de sus conquistas, de ese chico alto de la moto que la invita siempre a salir, pero ella no quiere porque le encuentra un aire de galán de cine ochentero, con sus camisetas apretadas y su actitud de “soy el más lindo de por aquí”. O quizá de la chica nueva de twerk, esa con la que ya se besó en el vestidor el otro día. En fin, Bianca, siempre enamorando a la gente y siempre tan insegura, esta chica a veces tiene miedo de ser feliz.
Se juntan más tarde, en un bar de universitarios, de esos con cervezas baratas y grupos musicales horribles en las noches. Se saludan como si no se hubieran visto en décadas (“¡amiga, cómo estás, qué rico verte!”, aunque se vieron hace dos días y se lo pasan hablando por teléfono), y se sientan, con la mirada brillosa de las que van a hablar algo picante.
-Bueno, dime, ¿qué tal estuvo la marcha?
-Ay, estuvo hermosa, eran varias cuadras, llenamos la avenida. Todas gritando cosas, riéndonos, no puedo creer que seamos tantas. Tonta, deberías haber ido ahí, al ladito mío.
-Si sé, pucha, el profe de Framacología me citó a esa hora. También culpa mía por pedirle una reunión, si su ramo ni me interesa. Total, vamos a ser las mejores enfermeras con él o sin él, ¿cierto?
-Jajajaja, seguro que sí. ¡Y las más queridas también, oye!, los pacientes nos van a amar.
-Ya… pero dime, ¿y qué es lo que te tiene tan afligida, Bian? ¿Qué necesitabas hablar conmigo?
Bianca le da un largo sorbo a su cerveza antes de contestar. Lo ha pensado toda la tarde, pero aún no sabe cómo decirlo.
-Lo primero, Coni… por favor no pienses mal de mí…
-¡Ay, pero tonta! ¿cómo voy a pensar mal de ti? Eres mi mejor amiga y te adoro, hayas hecho la tontería que hayas hecho. ¿Te enredaste con el galán de la moto?
-Jajajaja no, que siga rogando ése. Esto es algo peor, o no sé. Llevo varios meses así y no me había atrevido a contarle a nadie…
-Bianca, me estás preocupando.
-No, no, si no es grave… o no sé. A ver, mira, he estado teniendo fantasías raras, y no quiero tenerlas, pero no las puedo evitar. Es como si no fuera yo, como si algo me controlara, es desesperante.
-¿De qué estás hablando, Bian?
-Fantasías… -Bianca bajó la voz- fantasías sexuales. Muy vívidas, Coni.
La pequeña Coni no pudo reprimir la risotada
-¿Todo esto es porque te estás tocando, Bian? ¿jajajajaja, no aprendiste nada en la clase de educación sexual? Amiga, masturbarse no tiene nada de malo.
-Jajaja, tonta, no es eso. Es el tipo de fantasías, me asustan. Sueño… yo fantaseo con, ¡ay!, con que me dominan. Eso. Con que un hombre me usa como a una muñeca, es rudo conmigo, que me azota y me ata, y me dice cosas humillantes todo el tiempo.
-Ay, pero Bian, eso es normal. Todas podemos soñar un poquito con un macho a la antigua, no significa que te guste eso de verdad.
-Es que llevo meses, Coni. Y me vuelve loca pensar en eso. Coni, amiga, estoy buscando porno de Dominación, y me masturbo casi todos los días con eso. Hasta en la marcha estaba caliente imaginándolo. Coni, ¿y si eso es lo que me gusta de verdad? ¿y si soy una de esas sumisas que dicen que sí a todo y adoran a los hombres?
-Mira, yo a ti te conozco. Tú eres la mejor amiga que se pueda tener, Bianca, y habernos encontrado en la carrera fue lo mejor que nos pudo pasar. Yo sé lo buena que eres y sé que no vas a convertirte en nada que tú no quieras. Mira, fantasear es normal, y a lo mejor deberías probar un poco tus fantasías, por qué no. Pero eso no significa que vayas a cambiar. Y si cambias en algunas cosas, yo te voy a seguir queriendo –sonrió.
-Ay, gracias. Es que no sé, me siento mala yendo a marchar y soñando con decirle Amo a un hombre, si hasta fantaseo con que me ponen una cadena al cuello. Me siento hipócrita, me siento tonta. Siento que estoy mintiendo en las calles diciendo cosas que no soy.
-Mira… -y ahora dudó Coni antes de hablar-, todas fantaseamos cosas. Yo a veces sueño con un hombre mayor, un señor casado que me haga su noviecita. Y tú sabes que yo no soy así, que si la relación es abierta, todo bien, pero nunca me fijaría en un casado. Pero a veces… veo a algunos hombres mayores, y solo puedo pensar en que quiero ser su nena.
Ahora Bianca estaba sorprendida. No se esperaba eso de su amiga.
-Ay, ¿en serio?
-Jajajaja sí, contestó Coni, avergonzada. Me imagino que me tiene en su departamento secreto y que me va a ver… que lo espero vestida como él me dice (a veces sueño que es con lencería, a veces vestida de escolar, a veces totalmente desnuda), y que cuando él llega, sólo quiero colgarme de su cuello y dejarme besar, como una nenita… ¡Estamos locas, Bianca!
-Jajajaja, sí, locas pero te adoro. Me hiciste sentir mejor, Coni. Te re-amo.
-Yo igual. Y mira… lo que tú eres no va a cambiar por estos sueños. Tú eres hermosa y fuerte, y no vas a dejar de serlo por una fantasía. Tú eres mucho más que eso, y vas a brillar donde sea que estés, eso te lo juro. Nadie puede matar a una estrella.
Las amigas se tomaron las manos, agradecidas de tenerse una a la otra. No lo dijeron, pero ambas se sentían aliviadas de haber compartido este secreto. Y ambas estaban un poquitín borrachas, y un poquitín calientes.
Ya no hablaron de eso… pero esa noche, muy tarde, Bianca le mandó un mensaje a su amiga. El mensaje decía “Loca de mierda, me acabo de tocar pensando en lo que hablamos hoy. Estoy empapada por tu culpa jajajaja”. Lo envió y luego se arrepintió: con la Coni tenían mucha confianza… pero quizá se había extralimitado. Sin embargo, supo que no era así cuando le llegó la respuesta un par de minutos después. “Yo acabé hace diez minutos, y la culpa es tuya, tú quisiste hablarme esas cosas. Estamos locas amiga”
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