Las hojas que caen también recuerdan
Por Aurora boreal
Enviado el 19/09/2025, clasificado en Amor / Románticos
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El otoño llegó como una caricia tibia después de un verano que ardió demasiado. Los árboles comenzaban a vestirse de oro y cobre, y el viento traía consigo un murmullo conocido, como una voz que hablaba desde algún rincón del recuerdo.
Nerea caminaba por el parque con pasos tranquilos, sintiendo cómo crujían las hojas bajo sus zapatillas .Hacía justo un año que ella se había ido, dejando atrás una despedida envuelta en silencio y la promesa incierta de un “quizás más adelante”.
El banco donde solían sentarse seguía allí, igual de gastado, igual de solo. Se detuvo frente a él, respirando hondo y con lágrimas en los ojos. El aire tenía ese sabor a cambio, a principio disfrazado de final.
Llevaba una carta en el bolsillo. No era de ella. Era suya.
Durante meses había escrito palabras que nunca se atrevió a decirle, pensamientos que florecían en las noches largas, en medio de las dudas. Pero hoy no la traía para enviársela.
La traía para despedirse.
Se sentó y la leyó en voz baja, mientras las lagrimas caian incontenibles por sus mejillas. No había reproches, solo gratitud. Porque incluso los amores que no se quedan enseñan algo, y a veces, en el abandono también se siembra una forma nueva de esperanza.
Luego dobló la carta y la guardó en su bolso, no para olvidarla, sino para recordarse a sí misma que lo vivido había valido la pena.
Levantó la vista. A unos pasos, un hombre leía bajo un árbol, ajeno a todo, o tal vez igual de perdido en sus pensamientos. Sonrió sin pensarlo. Él levantó la vista y le devolvió la sonrisa, como si entendiera.
Y por un instante, Nerea sintió que algo suave se abría en su pecho, como una hoja nueva en medio del otoño.
Porque a veces, justo cuando parece que todo se cae, la vida empieza de nuevo.
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