A PROPÓSITO DE LOS RECUERDOS DE LAS HOJAS (Nerea)

Nos conmueve la poesía de las hojas de cobre y oro en la antesala del otoño que ya rasga las entrañas del largo verano Caminamos con Nerea, nos emocionamos con ella en una despedida dolorosa. Sin embargo, la renovación de la vida surge inesperada, como una burbuja en un estanque, no de la nada sino de las profundidades del alma. 
Así se renueva el esplendor de la vida (es cierto) cuando los adioses de un amor no correspondido dejan paso a un inesperado encuentro en el que se adivina un complemento perfecto de indicativo con el que se acoplan las almas... ¿hasta el final?
Y es que Nerea existe. Su corazón palpita. Su cuerpo arde. Habla su espíritu profundo. Es manantial y volcán al unísono del universo. No es posible poner barreras a la fuerza de los impulsos ni a la fuerza de la vida que rompe los duques de la inercia.

(Para Nerea A. B. humildemente)