Inicio a las lluvias doradas

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Si han leído mis otras historias, sabrán que son totalmente ciertas. Mi esposa y yo tenemos más de 20 años como swingers y ambos somos bi. Nos encantan los tríos con mujeres y hombres, los intercambios de pareja en la misma habitación y alguna que otra orgía. Y mi esposa conoció todos estos placeres por mí. Yo le enseñé todo lo que sabía cuándo nos casamos... que era bastante. Y ella también se volvió adicta a los olores y sabores corporales sexuales, a las axilas, panochas y vergas peludas, y a las lluvias doradas. Así que ahora les contaré cómo y con quién fue que me volví fanático de ellas. Esta historia fue parte de las que también convirtieron a mi esposa (y a otras parejas que tuve) en mujeres desinhibidas, libres y de mente totalmente abierta... y el sexo fue maravilloso desde entonces. También la historia que tuve con esta persona dio pie a que ellas probaran la bisexualidad, los intercambios, tríos y orgías.

Fue con Gustavo. Un gran amigo y compañero de colegio. Con él tuve mi primera relación sexual. Sé que muchas personas también se inician con amigos, compañeros o adultos de su mismo sexo... pero después ocultan o reprimen esas experiencias y se "creen" heterosexuales... pero la espinita del amor bi es maravillosa y nunca sale. Con Gustavo ni él ni yo nos consideramos gay... simplemente fue en una edad en que nos era muy difícil tener sexo con una mujer... así que se dio la oportunidad de que experimentáramos y nos gustara lo que hicimos... y seguimos haciéndolo todos estos años. Incluso Gustavo fue el hombre que tuvo el gusto de cogerse a mi esposa, en el primer trío de ella, y que hicimos los tres en un motel (esa historia ya la conté antes).

Pero esta historia es sobre mi gusto de las lluvias doradas. Recuerdo que la segunda vez que cogimos con Gustavo, nos fuimos a bañar juntos con él... ya lo habíamos hecho así y nos encantaba... meternos bajo la regadera, sentir el agua caliente y acariciar nuestros cuerpos mientras nos besábamos y nos enjabonábamos. Pero esa vez, Gustavo me dijo que quería orinar... y yo le dije que lo hiciera allí... que quería verlo.  Él empezó a pujar, pero estábamos uno al lado del otro, así que yo me puse frente a él... y eso haría que su orina saliera y me cayera en las piernas... él tenía agarrada su verga, como lo hacemos los hombres, pero yo quité su mano y le agarré la pija con la mía. Gustavo se me quedó viendo y yo sólo sonreí y poco a poco empecé a sentir el chorro de su orina, y me encantó lo caliente que la sentí. El primer chorro me dio directamente en la verga y me la empapó y mi pelo púbico y caía por mis huevos. Yo empecé a mover su verga y su orina me llenó los muslos y los huevos y ya casi cuando él estaba terminando de orinar, yo puse mi otra mano directamente en la orina que salía... y fue maravillosa la sensación. Un morbo tremendo. Era como hacer una travesura. Como romper un tabú. Hacer algo prohibido. Y la adrenalina me llenó y sentí tirones en mi verga y se me empezó a parar.

Cuando Gustavo terminó de orinar, yo estaba empapado. Y como seguí jugando con su verga sentí cómo a él también se le empezó a poner dura. Y no me aguanté. Frente a la cara de Gustavo empecé a oler mis manos y a chuparlas... y su orina no me desagradó... una mezcla entre ácida, amarga y salada. Un nuevo sabor pero que no me molestó. Al contrario. Era fascinante el morbo que yo sentía al lamer la orina de mi amigo. Entonces bajé mi cara frente a su verga y la empecé a mamar y a lamer... y sentía el resto de su orina y sabía y olía delicioso. Él me dijo que era su turno y sin decir más bajó y puso su cara frente a mi verga. No empezaría con que yo le orinara las manos... directamente le orinaría la cara... y eso me encantó y me calentó aún más. Pero eso fue un problema... porque la verga se me paró y no lograba orinar... me tomó un momento y al final pude empezar a sacar gotas y un chorrito... y de repente sí saqué un gran chorro de orina... directo a la cara de Gustavo, quien ya tenía la boca abierta y la orina entraba y salía de su boca... él trataba de tragar, pero era mucha, así que chorros amarillos corrían por sus labios y caían en su pecho. Incluso Gustavo se metió mi verga en la boca y yo seguí orinando... sus cachetes estaban inflados por tanta orina... y lo que no lograba tragar, Gustavo la sacaba por los lados de sus labios. Así que además de tragar directamente mi orina al salir de mi verga, su cuerpo quedó empapado.

Cuando terminé de orinar él se levantó y nos empezamos a besar... yo sentía en mi boca el olor y el sabor de mi orina y de la de él... y reconocí inmediatamente el sabor de la mía... no me era desconocida. Yo ya había probado mi orina cuando me pajeaba y me orinaba acostado de forma que la orina me cayera encima y mojara lo más que pudiera de mi cuerpo... y especialmente la verga y sobármela hasta venirme delicioso. Y siempre chupé mis manos llenas de mi orina y de mi semen... y me encantaba.

Como los dos nos pusimos calientes otra vez, nos fuimos a la cama, así, empapados de nuestra orina. Y no nos importó mojar la cama. Lo que deseábamos en ese instante era tocarnos mojados en orina, olernos, chuparnos. Y nos pusimos en 69... y nos metíamos un dedo entre los culos o nos agarrábamos los huevos o nos acariciábamos... y en pocos minutos nos volvimos a venir... cada uno dentro de la boca del otro. Fue delicioso. Y desde entonces siempre lo hicimos así... y yo seguí haciéndolo con cada mujer y hombre que me cogí... aunque algunos no quisieron que los orinara sino sólo ellos a mí. Y no me importaba... en realidad gozo más cuando me orinan a mí, que cuando yo lo hago a alguien más.

Y conforme tuve sexo con otras personas, mi olfactofilia fue creciendo (adoro oler el calzón usado de una mujer... y mejor si lo ha usado por varios días; así como las axilas sudadas de las mujeres... amo chupar las de los hombres, pero el olor casi siempre es muy fuerte y no es agradable, en cambio el de las mujeres, es como "femenino" y me encanta... y casi todas mis parejas y mi esposa me han satisfecho esos gustos). Y por supuesto que adoro que una mujer me orine... y según me sienta en determinada ocasión, me gusta más que lo haga un hombre... o una mujer. Y sí, es delicioso chupar y mamar y oler una panocha recién regada con orina y con semen... mío o de quien sea.


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