FILOSOFIA DEL TIEMPO (Armand)

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   El holograma del profesor Armand permanecía estable. Vestía una holgada camisa con el cuello abierto; a la altura del pecho colgaban sus gafas.

Una vez ocupadas las sillas, un corto silbido anunció la hora de comienzo de la clase. La figura de Armand adquirió plasticidad. Pasó el dedo índice por la mejilla.

—¿Qué es lo que todo ser humano, lo que cualquier ser de nuestra especie presuntuosamente autoapellidada "sapiens", posee exactamente igual que los demás? (Pausa. Me recosté en el respaldo del asiento. Elvira delante de mí había comenzado sus anotaciones en su tableta. En la parte de arriba: sobre la fecha: Armand; debajo de la fecha, puntos suspensivos donde supongo figuraría el título de la clase, que, como de costumbre, todos ignorábamos previamente. Armando prosiguió): Podemos poseer cosas, productos, valores de uso, valores de cambio, pero cada uno de nosotros como seres vivientes, organismos vivos, físicos y psíquicos, lo único que como tales tenemos mientras vivimos es (junto a mí, Andrea musitó simultáneamente al movimiento de los labios holográficos del profesor): tiempo. (En la tableta de Elvira, junto a un punto, en sangrado, subrayado, en mayúsculas: TIEMPO. Guión, dos puntos: lo que nos hace iguales).

Armand prosiguió:

—Y este producto de la vida, intangible, no material, es lo que no aprendemos a valorar. Es de hecho, el único valor auténtico. Lo dijimos en otro paseo hacia la búsqueda continua del saber, queridas y queridos compañeros de ruta.
»Esas partículas atómicas que aparecen y desaparecen con tanta facilidad, no visibles, fugaces, inexorables, que se van y no vuelven es lo que merece nuestra atención máxima (Nueva pausa. El aula estaba en completo silencio).

—La percepción del tiempo es subjetiva, es incuestionable. Pero también es irrefutable que se puede encontrar una medida para el tiempo. Una medición objetiva del tiempo como movimiento. Esa es una medida que aquí, ahora, no nos interesa. Lo que queremos es adquirir consciencia de nositris mismos como seres finitos, como seres que viven y como seres cuyo futuro es la extinción. Como seres transitorios entre una forma de organización de la materia y otra. Por eso (el holograma avanzó entre las filas de asientos), el verdadero "valor" (enfatizó) que poseemos, que nos pertenece, nuestra auténtica posesión es el tiempo.

—Profesor..., perdón, profesor.

Era Carlos. Carlos era el alumno más incisivo del curso y, quizá, el más reflexivo e inteligente.

La figura algo traslucida de Armand se giró y hacia el lugar donde estaba ubicado Carlos.

—¿Sí...?
—Entonces, según esa ecuación, ¿quiere decir que nosotros "somos" sólo tiempo?
—Materia temporal. Y la filosofía, podríamos decir que es la búsqueda del ser en el tiempo, o... —el profesor se dirigió hacia donde yo estaba. Señaló a Elvira—. Elvira...

Elvira tenía los brazos apoyados en el pupitre. Levantó la barbilla.

—El tiempo en el ser —dijo Elvira—. ¿Es esa su definición de la filosofía, profesor?
—En efecto. Filosofar es hallar la respuesta de qué es el ser en el tiempo, partiendo de que es un ser temporal. El ser se explica por el tiempo —no es una tautología—, por las circunstancias temporales, por la época en qué un individuo concreto vive. Son esas circunstancias las que lo hacen aquello que es, quien es y como interactúa con los otros seres de su tiempo: un producto de lo temporal, cuyas nociones, cuya conciencia y cuyos actos son manifestaciones del tiempo organizado como materia concreta.

Armand, en su forma holográfica, volvió al centro del aula. Las manos reposaban en el regazo. Dio un lento repaso visual a todos nosotros. Parecía satisfecho. Una leve sonrisa estiró las comisuras de sus labios.

—Para concluir con los aspectos prácticos de nuestro paseo de hoy, hemos de pensar en lo importante que es lo que hagamos con el tiempo que es nuestro, nuestro tiempo, esa portentosa cualidad que hace de la vida animada algo distinto a los demás objetos naturales.
»Cuando alguien nos dedica su tiempo o cuando le dedicamos el nuestro, estamos intercambiando lo más valioso que poseemos: nuestra vida. En el momento en que alguien, por razones económicas, nos arrebata nuestro tiempo de vida, se apropia de lo único real de nosotros como nosotros existentes. Así que el objetivo de esta materia no debe ser algo abstracto, sino la comprensión de que hemos de reapropiarnos de nuestro ser para alcanzar la autoconciencia plena de quiénes somos y cómo queremos que sea el tiempo al que llamamos vida.

Mientras la imagen iba perdiendo nitidez la voz del profesor se despidió, cerrando la clase con esta frase:

—Hasta el próximo día. Y no tenan entrar en disputa con el viejo Platón.


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