EL COÑO DE JACINTA (dos)
Por Eunoia
Enviado el 08/10/2025, clasificado en Adultos / eróticos
479 visitas
Goyo cortó.
—Vas tú. Muéstrame el chocho.
Jacinta se levantó y acercó su sexo al foco. Por detrás de Goyo, Koldo dejó escapar un silbido de asombro: su hermana se había depilado. El lampiño monte de Venus dejaba ver los dos gruesos labios vaginales; uno colgaba un poquito. Era un chocho grande, como cabía esperar. Luego, Koldo experimentó una sensación desasosegante. Un movimiento eléctrico movió su sexo. Era su hermana, pero..., después de todo, una mujer y tenía un coño atractivo. Quitó de su mente aquellos pensamientos...que, sin embargo, no pudo suprimir de su sexo.
Jacinta se acarició el vientre y dio unos golpecitos a los labios verticales. Su índice se dobló y se adentró en la parte superior de la raja. Luego la otra mano abrió toda la vulva. En medio se vislumbraba un canal blanquecino de flujo. Jacinta estaba caliente a tope.
—¿Qué te parece?
Goyo no podía dejar de mirar el coño abierto. No era como en las revistas y películas de las actrices porno; éste era "de verdad", un coño al natural, una almeja femenina no profesional, parecía tener un color diferente, una piel distinta, una tonalidad "normal", sin adornos. El flujo espeso se hizo más grande y comenzó a bajar.
—Ahora —se oyó decir Goyo a sí mismo—, el caramelito.
Jacinta se abrió toda la vulva. Su clítoris ganchudo, hinchado y grueso quedó a la vista. Lo toqueteó. Se veía duro y brillante. Jacinta se arqueó para que se pudiera ver bien.
—¿Y, ahora? —preguntó— ¿Quieres que nos hagamos una paja los dos?
Goyo sin decir ni una palabra ya estaba subiendo y bajando por el mástil erecto. Jacinta se sentó y abrió los muslos acercándose a la cámara. Sus dedos se metieron por la hendidura hasta tocar con los nudillos en el monte de Venus. Estaba chorreando dentro, el espeso manto de flujo llenaba toda la vagina. Con los otros dedos jugueteaba con el clítoris. Jadeaba. Goyo también. El intercambio sexual siguió hasta que Jacinta con los ojos cerrados y un sonido ronco entrecortado llegó al clímax y gimiendo se corrió frente a la cámara, arrastrando el chocho húmedo y palpitante sobre el asiento de cuero negro, que mostraba el sendero de aquellos labios resbaladizos de fluido vaginal mientras el río interior seguía bajando por todo el conducto rosado.
Entonces sucedió lo más inesperado que Goyo podía imaginar...
Con un empujón, Koldo lo echó a un lado y ocupó el centro del objetivo de la cámara. Desnudo de cintura para abajo, tenía una gran erección. Estaba masturbando su polla, no tan grande como la de Goyo, pero de buen tamaño. El puño de Koldo se agitaba frenéticamente. Goyo, sin poder resistirlo, le acarició las nalgas y el ojete justo cuando un chorro enorme de semen salpicó la mesa y el teclado. Una y otra vez se vertía en una oleada continúa. Sin poder evitarlo, Koldo miraba fijamente el coño mojado de su hermana. Era como si la hubiera follado, se dijo interiormente, y lo había gozado de esa manera. Un placer intensísimo le recorrió mientras las últimas gotas de leche seminal resbalaban por su mano.
Entonces pudo ver el rostro de Jacinta, colorado y feliz. Ella miraba atentamente a la pantalla. La verga se balanceaba todavía y la punta del glande dejaba caer un fluido translúcido que ya no era esperma. Inesperadamente el dedo de Goyo dejó paso a su polla cubierta de saliva y tiesa, que inició el camino dentro de su culo, cabalgando la cintura. Goyo empujaba hasta meterse hasta el final.
Jacinta recuperaba la respiración, mientras veía, sin entender, cómo la polla se movía al compás de las penetraciones.
—¿Qué haces? —preguntó.
Goyo con la voz cortada dijo:
—Tengo una sorpresa para ti —y empujó hacia arriba la cámara. El rostro de Koldo apareció, con una fina película de sudor en la frente y los carrillos colorados.
—Te he pescado, amazona caliente —y dentro de su ano notaba los primeros chorros de semen de Goyo, que gemía roncamente acariciando los cojones vacíos de Koldo.
Comentarios
COMENTAR
¿Te ha gustado?. Compártelo en las redes sociales