Ojalá nunca nos sea indiferente el dolor, el sufrimiento y las tribulaciones de otros seres humanos.
Ojalá siga manando de nuestro corazón la empatía como de una fuente que no seca.
Ojalá el respeto por los demás decida habitar cada día en nuestra mente.
Ojalá que seamos capaces de valorar lo que tenemos y a donde hemos podido llegar con tanto esfuerzo, tanto individual como colectivo.
Ojalá que la verdad vuelva a ser hermosa y deseable como un día de primavera.
Ojalá que veamos que la complejidad de los problemas es como una madeja enmarañada que con paciencia se arregla y que no existen atajos para lo que precisa tiempo.
Ojalá que pensar por una o uno mismo deje de ser algo revolucionario y a combatir.
Ojalá estemos a tiempo de entender todo lo que se puede perder si dejamos de imaginar y nos rendimos a la nada.
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