Cosas que nos suceden 1
Por AlexMx666
Enviado el 21/10/2025, clasificado en Adultos / eróticos
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Como ya saben quienes leen las aventuras sexuales que mi esposa y yo hemos tenido y tenemos, individualmente o en pareja, todo lo que contamos es cierto. No tenemos por qué mentir ni inventar. Y es que hemos tenido vidas sexuales sumamente activas y por muchos años. Y en los más de 20 años que tenemos como swingers hemos vivido muchas cosas. Buenas, regulares y malas. La mayoría para recordar y algunas cuantas para olvidar. Y por eso tenemos tantas historias. Y no es que seamos promiscuos, pero sí sabemos que el sexo es parte integral de nuestras vidas y de nuestro matrimonio, y por eso estamos atentos a todo lo que nos pueda complacer. No es que estemos buscando, pero sí alertas a todo lo que nos pueda ofrecer placer que cumpla con nuestras reglas (porque las tenemos) y nuestros gustos y requisitos. Para nosotros el sexo es como comer. La mayoría de las veces se come en casa, y algo casero y simple. Otras se come en restaurantes de comida rápida y otras en restaurante gourmet. Y nos gozamos tanto el hecho de comer como de lo que comemos.
Hace un par de años pasó algo inesperado, pero que resultó muy bueno. Nuestro amigo Fernando llegó a nuestra casa sin avisar. Mi esposa había salido pero yo sí estaba. Platicamos por bastante tiempo y entonces yo recibí una llamada que hizo que fuera a mi despacho en la casa a buscar unos datos. Así que Fernando se quedó solo en la sala. Y le dieron ganas de orinar. Entró al baño de visitas y empezó a orinar.
Mi esposa regresó y entró a la casa... y también tenía muchas ganas de orinar, por lo que sin dudarlo fue al baño de visitas. Era tanta su urgencia por orinar que no aguantó a ir al baño de nuestra habitación. Y abrió la puerta. Y allí vio a Fernando frente al inodoro. Por supuesto que vio sólo su espalda, pero el ruido de la orina era inconfundible. Y cuando Fernando oyó que abrían la puerta, se asustó, pero al principio supuso que sería yo... pero giró su cara y vio que era mi esposa... los dos se quedaron viendo y sin palabras. Fernando se puso blanco y empezó a disculparse y como podía trató de meter su verga entre el pantalón... verga que seguía soltando chorritos de orina.
Mi esposa al principio también se sorprendió pero inmediatamente le dijo que no pasaba nada... y le señaló la verga sacando orina... y le dijo a Fernando que mejor terminara de orinar para no mojarse los pantalones... y a todo eso, ella se reía y cambiaba su mirada entre los ojos de él... y su verga. Fernando se giró y siguió orinando y dejó de ver a mi esposa... y ella se acercó a él... y con suavidad agarró la parte de su verga que sobresalía de sus dedos... y empezó a mover la verga como que si fuera una manguera. Él no lo podía creer. Los dos se vieron a los ojos y él siguió orinando y cuando sus últimas gotas salían de la punta de su pija, mi esposa la sacudía como sabe que hacemos los hombres... y él terminó de orinar pero mi esposa no soltó su verga. Al contrario, empezó a sobar el glande y a mojarse los dedos con el resto de orina que tenía. Y ella le dijo que tenía una verga preciosa y que le encantaba hacer eso... dirigir mi verga cuando yo orinaba... o cuando orinaban otros hombres.
Fernando estaba con la boca abierta y no decía nada mientras mi mujer seguía acariciando su glande. Y en un movimiento, mi esposa se arrodilló al lado del inodoro y se metió en la boca la verga aguada y mojada en orina... y la empezó a chupar. Fernando sólo gimió y mi mujer empezó a darle una deliciosa mamada... y sintió cómo la verga empezaba a ponerse dura y larga. Era una pija blanca, con glande rosado y no muy grande... y terminó de salir por la bragueta del pantalón. Era una verga como nos gustan. De tamaño y grosor normal, mediano. De unas 6 o 7 pulgadas. Deliciosa. Y cuando mi esposa empezó a mover su cabeza para meter y sacar la verga de la boca, al mismo tiempo que movía su lengua, Fernando empezó a gemir... y a decirle muy bajito... que la mamaba delicioso, pero que yo estaba en el despacho atendiendo una llamada y que seguro pronto regresaría. Mi mujer se sacó por un momento la pija de la boca y le dijo... "tranquilo... a él le encanta esto... todo está bien... déjate hacer sin preocuparte..." y siguió con su mamada. Fernando al principio no sabía si eso era cierto o no... si habría problema conmigo... o si en verdad yo amaba ser cornudo así... pero no tuvo más remedio que relajarse y gozar la mamada de mi mujer... ella mama vergas tan bien que nadie sale inmune cuando chupa una verga... o un coño... o un culo.
Cuando yo regresé a la sala vi la puerta del baño abierta y escuché a Fernando gemir... al principio no sabía si se estaba haciendo una paja... pero también pensé que mi mujer había regresado y que le estaba mamando la verga o él ya tenía su verga metida en su panocha... lo que no era probable porque el que gemía era él y no mi esposa. Me acerqué en silencio y vi a mi mujer de rodillas mamando la verga de nuestro amigo y a este con los ojos cerrados y gozando de la boca de mi esposa. En un par de minutos él aumentó el ritmo de sus gemidos, tratando de no hacer ruido... y noté claramente cuando empezó a soltar chorros de semen dentro de la boca de mi esposa... y ella tragaba y degustaba su semen... uno más... nuevo... diferente a todos los que habíamos probado.
Cuando él terminó de venirse, mi esposa siguió chupando suavemente su verga y como que la masticaba... y él seguía gimiendo suavecito... y en eso abrió los ojos y me vio en la puerta... nuevamente se asustó, pero mi mujer que también me vio no dejó que él sacara la verga de su boca, y yo inmediatamente le dije que todo estaba bien, que estuviera tranquilo, que eso nos encantaba a los dos y que si él quería, sería bienvenido a nuestra vida... que total había sino una forma inesperada y sorpresiva de "invitarlo" a gozar con nosotros y que ahora que ya había sucedido él podría decidir si quería seguir adelante o no.
Todos salimos del baño y fuimos a la sala... y mi mujer no dejó que Fernando se guardara la verga y allí estaba, chiquita y colgando fuera de sus pantalones. Preciosa y se me antojó al verla. Pero primero le contaríamos sobre nosotros y esperaríamos a ver qué decidía. Esperábamos que aceptara... y sí lo hizo. Y nos fuimos a nuestra cama y allí él gozó varias veces de mi esposa... ya habría tiempo para que aprendiera a gozar conmigo... y a las pocas veces, lo hizo. Fue maravilloso.
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