CUATRO LAVATIVAS PARA CRISTINA
Por Pía Nalda
Enviado el 21/10/2025, clasificado en Adultos / eróticos
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Cristina deja de ir al trabajo tres días por problemas de salud. Telefonea el primer día de ausencia a su compañera de despacho para justificar su falta. "¿Qué te sucede?", le pregunta Olga, que así se llama la mujer que comparte el departamento con ella. Cristina tiene 25 años, Olga 50, pero se llevan muy bien. Tienen mucho trabajo de papeleo y de atención al público en el ayuntamiento. La ausencia de Cristina le supone a Olga trabajar el doble y hacer horas extras sin retribución. Por la tarde suele ir a su herboristería, en donde dispone de una empleada a la que le da fiesta. Sin embargo, desde que Cristina no acude al ayuntamiento, la empleada de Olga en la herboristería trabaja todo el día.
"No sé qué me pasa en el estómago, si como algo lo vomito, si me levanto de la cama me mareo", explica la joven.
"¿Has llamado al médico?", interroga Olga. "He llamado varias veces al ambulatorio, pero no me cogen el teléfono".
"No te preocupes, voy a tu casa esta tarde y te doy algún remedio de la tienda", le dice. "Muchas gracias, te espero".
A primeras horas de la tarde se presentó Olga en su casa llevando un maletín. Cristina tardó un poco en abrirle la puerta. Vestía un pijama y estaba demacrada. "Acuéstate, he traído unas cuantas lavativas para limpiarte el estómago, son mano de santo", le dijo. "Te lo agradezco, aunque ya me noto algo mejor. Siento mucho que por mi culpa tengas más trabajo en el ayuntamiento". "Con lo que he traído estarás bien en dos días", le aseguró Olga. Cristina se acostó en la cama, que tenía las sábanas revueltas. Olga puso el maletín sobre una mesa, en la que había unos cuantos medicamentos, lo abrió y le dijo a Cristin que se quitara el pantalón del pijama. "Estos medicamentos intoxican el estómago", le dijo i después de echarles un vistazo. "Mis remedios naturales son infalibles", le aseguró. "Te voy a aplicar cuatro lavativas, y mañana nueva. Ponte a cuatro patas", le dijo. Cristina se colocó en esa postura y preguntó si las lavativas le harían daño. Olga le aseguró que ni las notaría. Le bajó la braga, se untó crema en un dedo y se lo metió por el culo para abrirle el ano. Luego le dio un par de cachetes en las nalgas. "Siempre me ha atraído tu culo, que marcabas con unos vaqueros ajustados"", confesó. "Pues ahora lo tienes a tu disposición si eso me cura el malestar", le dijo Cristina. "Te lo garantizo, la primera lavativa es de café, que estimula el hígado. La segunda fue de agua para la limpieza del intestino, la tercera de hierbas y la cuarta salina que facilita la evacuación. Cristina tuvo que correr al cuarto de baño para defecar y no le dio tiempo a cerrar la puerta. Detrás de ella entró Olga.
"He de mirar cómo cagas", le dijo. Cristina no hizo comentario. "El color de las heces indica qué trastorno tienes", le explicó. Cuando Cristina terminó de cagar y se levantó del inodoro, Olga echó un vistazo a la mierda, que era de color blanco. "Es una obstrucción del conducto biliar por ciertos medicamentos que hayas tomado. "Lávate y vuelve a la cama". Olga recogió sus cosas en el maletín, Cristina se lavó a fondo, volvió desnuda al dormitorio y se puso otro pijama antes de acostarse. "¿Qué puedo hacer para pagarte esto y compensarte que tengas más trabajo en el ayuntamiento por mi culpa?". "Ponte boca abajo y déjate llevar", le propuso Olga. Cristina se quitó el pantalón del pijama y se acostó boca abajo, había adivinado lo que Olga quería de ella. Olga se sentó en la cama, acarició sus nalgas, se las separó y hundió su rostro entre ellas para meterle la lengua en el ano mientras le acariciaba el clítoris y le metía y sacaba dos dedos en su vagina, disfrutando las dos. Después Cristina desnudó a Olga, le separó las piernas en la cama, le chupó el coño y le estrujó los senos, haciéndola gritar de placer. Desnudas las dos se abrazaron y permanecieron así una hora, tranquilas, calmándose poco a poco. El día siguiente Cristina volvió al trabajo en el ayuntamiento. En un momento en el que no había gente para hacer una consulta se metieron en el aseo de las mujeres. Olga se sentó en el inodoro, Cristina de pie dándole la espalda, se bajó el pantalón vaquero. Olga le bajó la braga, le estrujó las nalgas, le propinó unos azotes, se las estrujó y las lamió, luego le pidió que se inclinara haca delante, le metió un dedo mojado en saliva en el ano y le metió la lengua. Alguien entró en el baño e interrumpieron lo que hacían para no delatarse. Cuando salió, se vistieron y regresaron al despacho con las mejillas encendidas aún.
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