Cogiendo por primera vez

Cogiendo por primera vez.

Comienzo por decirles que no soy “gay”. Siempre me han gustado las mujeres. Mi experiencia con lo que podríamos llamar bisexualidad pasiva es el resultado de unas experiencias que tuve cuando tenía dieciocho años con un amigo un poco mayor. Una noche, estando en un área solitaria cerca de donde vivíamos, me empezó a tocar las nalgas y me preguntó si me gustaba… la verdad era que me gustaba y le dije que sí, que me gustaba. Entonces me quito la camisa y comenzó a tocarme las tetillas. De nuevo preguntó si me gustaba y la verdad también me gustaba… ya estaba temblando de gusto, entonces empezó a chuparme las tetillas, lo que me causó una sensación eléctrica riquísima. Cada chupada que me daba en la tetilla causaba una sensación de éxtasis, que nunca antes había siquiera imaginado. Ya me tenía súper excitado. Cuando se bajó los pantalones fue la primera vez que vi su rabo parado y duro. Era largo y gordo y la verdad metía miedo, pero me excitaba mirarlo. Me agarro la mano y me hizo agarrar aquella maceta mientras me decía que me lo iba a meter por el culito, que lo iba a hacer suave para que no me doliera. Yo no me imaginaba como lo iba a hacer sin que me doliera, pero ya me tenía tan excitado que lo que quería era que me lo hiciera sin importar si me iba a doler o no. Fue entonces que me bajó los pantalones, me llenó el culito con su saliva y comenzó a metérmelo poco a poco hasta adentro. Al principio me dolió, pero una vez que siguió bombeándolo para dentro y para afuera, rítmicamente, el dolor casi desapareció y se convirtió en puro placer. Todavía recuerdo que mientras me lo metía y sacaba acompasadamente me decía: “ay papi, que rico ese culito… me encanta metértelo hasta adentro, que ricooo” todo eso hasta que se venía bien calientito dentro de mí. Nunca olvidaré lo que sentí cuando se vino y su leche caliente me llenó por dentro… es algo inexplicable, me había convertido en puta por primera vez en mi vida y quería más. La próxima vez que lo hicimos, después de haberme puesto excitadísimo, me puso su miembro en mi boca y me dijo que se lo chupara… luego de chupárselo me lo metió duro, esta vez sentí muy poco dolor y muchísimo gusto en darle el culito… él se lo ganaba con la bellaquera que me causaba. Esto duró como dos años y medio y entonces él se mudó y nunca más lo volví a ver. Todavía, muchos años después Recuerdo en mis sueños esos encuentros que despertaron por primera vez mi sexualidad y mi sensualidad.