Ducha entre amigas
Por DivasSensuales2.2
Enviado el 07/11/2025, clasificado en Adultos / eróticos
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Soy Alana y ella es Emma, somos compañeras de trabajo y mejores amigas. Un feriado cayó día lunes así que tendríamos un fin de semana largo y decidimos ir a la playa. Ambas solteras, sin hijos, fue una maravillosa idea. El viernes al final de la tarde salimos en mi auto, dos horas de viaje para llegar en la noche y comenzar el sábado disfrutando desde el amanecer. Nos hospedamos en un pequeño pero cómodo apartamento a pocos metros de la playa, con una sola cama que lucía bastante cómoda. Al llegar decidimos ir a caminar un rato y nos cambiamos de ropa. Ella quedó en ropa interior frente a mí, nunca la había visto así, quedé boquiabierta con su belleza. “¿Qué pasa Alana? Tengo lo mismo que tú” Me preguntó ella al notar mi mirada atónita, le respondí entre risas “No tenemos lo mismo, tú tienes MUCHO más que yo”. Fuimos a caminar, pero no dejaba de pensar en lo espectacular de su cuerpo. Ya cuando veníamos de regreso, Emma resbaló y cayó sentada en el piso. Fue gracioso, pero dijo estar un poco adolorida además de que llenó sus piernas de tierra. Llegamos al apartamento y me pidió que la revisara. Se quitó su short y levantó sus nalgas hacia mí, estaba roja como si acabara de recibir muchas nalgadas. No tenía nada, le sugerí que tomara una ducha para asearse y pasar el susto del resbalón. Se desnudó por completo, sin pudor, sonriendo, sabiendo que la estaba admirando. Su delicada y rosa vagina estuvo a centímetros de mi rostro y tuve que contener mis ganas de tocarla. Emma entró a la ducha y no cerró la puerta. Me dejó verla quitando la tierra de sus piernas, mojando su cabello, el agua recorriendo todo su cuerpo. Me dijo “Deja de mirar y ven a ducharte también”, mi cerebro lo tomó como una orden y me desvestí sin pensarlo. Cuando quité mi tanga, un hilo de fluido se estiró, exponiendo lo excitada que estaba. Ahora era Emma quién me miraba sin parpadear mientras me acercaba. Tomamos turnos bajo el agua, reíamos mientras la tensión aumentaba. En eso Emma, que estaba detrás de mí, pone sus manos sobre mis hombros y me pega a su cuerpo. Sus manos bajaron por mis brazos hasta entrelazar nuestros dedos con sus pechos apretados contra mi espalda, se sintió íntimo, seguro, ardiente. Ella tocó mis senos con ternura hasta agarrar mis pezones y estirarlos. Sentí shocks eléctricos de pies a cabeza. Una de sus manos bajó hasta encontrar mi clítoris y luego de rozarlo por unos segundos metió sus dedos dentro de mí. Una parte de mi cerebro decía “Detente” y la otra decía “Disfrútalo”. Rápidamente llegué al orgasmo, nunca había acabado tan pronto, había algo mágico en sus manos. Tumbé el shampoo y otras cosas que estaban en un banco dentro del baño para sentarme. Ella me veía con orgullo mientras trataba de respirar con normalidad. Fue un orgasmo desbordante de placer. Sentí una atracción animal hacia ella en ese instante, verla desnuda, mojada y a mi alcance. No pude evitar poner mis manos en sus delicados senos, ella hizo su cabeza hacia atrás al sentir mi toque. Bajé por su abdomen hasta su entrepierna, ella levantó una de sus piernas y la puso en el banco, abriéndose ante mí. Moví mis dedos entre los pliegues de su sexo, con mi pulgar apreté su clítoris y mis dedos fueron dentro de ella, sintiendo su miel caliente. Ella acabó de manera agresiva, empujando mi mano para llegar aún más adentro. Entre gritos y gemidos, pronunciando mi nombre innumerables veces. Lentamente, fue recuperándose y se arrodilló frente a mí. Emma susurró “Alana quiero probarte”. Abrí mis piernas en total invitación, ella enterró su cabeza directo hacia mí, pasando su lengua por toda mi humedad. Sus labios besaban los míos, los de allí abajo. Introdujo dos dedos en mí mientras seguía lamiendo y chupando. Yo arqueaba mi espalda mientras sentía como si un volcán estuviera a punto de hacer erupción entre mis piernas. “Oh si” era lo único que podía decir viendo su rostro humedecido con mis fluidos y ella no se apartó hasta ver como todo mi cuerpo reaccionaba al llegar al segundo orgasmo. Mi corazón latía como nunca, la adrenalina hizo que me pusiera de pie, pegué a Emma hacia una de las paredes y jale sus nalgas hacia mí. Le dije “Voy a cogerte” y fui directo a arrodillarme para besar su delicioso trasero. Abrí sus piernas, introduje mis dedos en su vagina, estaba roja y palpitante, introduje uno de mis dedos en su ano. Ella lo disfrutó y pidió que introdujera otro. Una de mis manos disfrutaba de su vagina y la otra de su culo. Ella chillaba como si quisiera llorar, su cuerpo comenzó a sufrir espasmos, yo aumentaba la velocidad. Se vino en un enorme orgasmo con squirt incluido, los chorros caían en mi cara y lo disfruté como nunca. Ella me tomó por el cabello y me levantó. Me abrazó con fuerza y me besó. Nuestras lenguas compartían nuestros sabores, nuestras manos seguían explorando nuestros cuerpos. Emma suspiraba con deseo, yo no dejaba de temblar. Besos largos y profundos pasaban de nuestra boca a nuestras tetas y cuello. Estábamos exhaustas y salimos de la ducha, ni siquiera nos pusimos pijama, nos acostamos a dormir y caímos rendidas hasta el día siguiente. El abrir nuestra sexualidad se tradujo en un aumento de confianza y libertad. Ese mismo fin de semana en la playa, llevamos a dos chicos a nuestra habitación y se turnaron entre nosotras, fuimos penetradas mientras nos besábamos. Este fue solo el comienzo de una vida llena de aventuras entre dos amigas amantes del sexo.
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