Con los ojos vendados y amordazada

Por
Enviado el , clasificado en Adultos / eróticos
97 visitas

Marcar como relato favorito

Lo que te voy a contar no sé si se puede describir como mi mayor salvada sexual, pero al menos sí la vez que corrí un riesgo mayor.

Para empezar, me enrollé con un hombre mayor, de cuarenta y nueve años o así, siendo yo todavía menor. Le dije que tenía dieciocho aunque entonces sólo tenía dieciséis.

Estaba buscando a alguien que me dominara y me enteré por una amiga de que al tío ese le iba el rollo, y además le gustaban las chicas jovencitas. Así que me acerqué a él cuando lo vi una noche en la discoteca. Ni siquiera le dije a mis amigas que me iba a liar con él, fue una locura.

Nos pusimos a hablar y enseguida me propuso irme a su casa con él. Acepté. En cuanto nos subimos coche sacó una venda de alguna parte y me la puso en los ojos.

—No hagas preguntas ni digas nada —me ordenó.

«¡Dios mío! ¿Dónde me estoy metiendo?», dijo una vocecita en mi cabeza. Pero al mismo tiempo que nerviosa me sentí muy excitada. El hombre era guapo para la edad que tenía, vestía ropa cara y elegante y conducía un SUV de alta gama. No parecía un asesino ni un secuestrador ni nada chungo, y desprendía un perfume embriagador, también de los caros. Tenía mucha clase, la verdad.

Puso el vehículo en marcha y, mientras se dedicaba a conducir, me ordenó que me subiera la falda y me quitara la ropa interior. Llevaba puesta una faldita de cuero negra y con pliegues que me llegaba a mitad de las pantorrillas. Hice lo que me pidió y me dejé el pubis al aire. Lo tenía recortadito con esmero. Sólo había escapado del rasurado al que lo sometí una delgada línea de vello en la parte inferior. En ocasiones me gustaba probar peinados diferentes en los pelillos de mi coño.

Él cogió mis bragas y me dijo que me subiese la venda y lo mirase. Obedecí y vi cómo bajó la ventanilla, sacó por el hueco la mano en la que sostenía mi prenda íntima y la soltó al aire. Las bragas se fueron volando a toda velocidad y las perdí de vista enseguida. Eran unas braguitas amarillas de encaje muy monas y me dio mucha pena perderlas.

Luego el tío me ordenó que me volviese a poner la venda en los ojos y así me quedé el resto del trayecto.

Cuando llegamos a su apartamento y me destapó los ojos de nuevo, lo primero que vi fueron unas esposas colgando de la puerta del dormitorio, por dentro.

Me pidió que me desnudara pero sólo de cintura para abajo, o sea la falda, las medias de rejilla negras que llevaba puestas y los tacones. En la parte de arriba llevaba un sujetador de encaje amarillo, a juego con las braguitas que se habían ido volando por la ventanilla del coche. Pero en ningún momento me pidió que me quitase el suje ni prestó atención ninguna a mis tetas. Y te juro, por cierto, que tengo unas tetas preciosas y juguetonas.

De seguida mi extraño anfitrión me volvió a colocar la venda en los ojos y me esposó a la puerta. A continuación se fue y me quedé allí sola y de pie. Me pasé un buen rato en esa situación preguntándome a dónde coño se había ido el hombre. No podía quitarme las esposas, eran de verdad y la llave no estaba puesta. El tío parecía que se había olvidado de mí.

Finalmente, el tipo volvió a la habitación y entonces me di cuenta de que estaba temblando. Era yo la que estaba temblando, no él, claro. Pero era un miedo que tenía algo de chispeante y atractivo, que me daba morbo y que, al mismo tiempo que me ponía la carne de gallina y me hacía palpitar los labios de la vulva.

El tío se acercó a mí, me amordazó la boca con una bola de esas que se ven en las películas y se puso a darme azotes en el culo. Azotó mi trasero todo lo que pudo y más. Estuvo haciéndolo al menos una hora o incluso más tiempo. No me daba demasiado fuerte y llevaba un ritmo lento, pero la ceremonia de azotes se me hizo eterna.

Cuando se cansó de darme nalgadas me ordenó que me vistiera y que me fuera. Así sin más, sin tener sexo conmigo ni nada. Me sentí muy ofendida, desquiciada y shockeada.

Todo el camino de vuelta a casa me lo pasé llorando.

____________________________________________________

¡Gracias por leerme! Si te apetece disfrutar de este y otros muchos relatos inéditos en formato ebook, los encontrarás recopilados en mi libro Cuentos para orgasmar. Disponible en Amazon y Kindle Unlimited.


¿Te ha gustado?. Compártelo en las redes sociales

Denunciar relato

Comentarios

COMENTAR

(No se hará publico)
Seguridad:
Indica el resultado correcto

Por favor, se respetuoso con tus comentarios, no insultes ni agravies.

Buscador

ElevoPress - Servicio de mantenimiento WordPress Zapatos para bebés, niños y niñas con grandes descuentos

Síguenos en:

Facebook Twitter RSS feed