Dos hombres tomando el café de los deseos (1)
Por onemacaj
Enviado el 28/11/2025, clasificado en Adultos / eróticos
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En el centro comercial, me sacó de la vitrina de librería que miraba alelado una gana insistente de orinar y me fui de prisa, con una mano metida en el bolsillo del pantalón para hacer presión a ese acosador que estaba a punto de dejar salir lo que lo apuraba. Descansé con un hondo suspiro cuando lo saqué frente a la taza de porcelana con orificios y pasta desodorizante y le di salida a ese torrente que me producía un suave placer y me extasiaba viéndolo hacer ese arco que se interrumpía contra la superficie blanca y me hacía pensar en tantas cosas que se nos interrumpen en las diarias rutinas. Le di cuatro o cinco sacudidas, bastaría con dos o tres, pero me gusta ese ejercicio y me subí el pantaloncillo que tenía a media nalga, me encanta así en esos recintos, y el pantalón que tenía un poco más abajo, pues me invita el morbo que se siente en esos espacios. Después de lavarme las manos mirando por el espejo los culos de los que estaban allá atrás haciendo su descarga tomé dos toallas papel para secarme bien y al levantar la vista después de arrojarlas se me cruzó la mirada con ese hombre cincuentón como yo que me fijaba la suya y me sonreía maliciosamente; mientras pasaba por la salida, él siguió al lado mío y me dijo qué más hombre, cortado le dije hola y me contestó eso me gustó con voz un tanto nerviosa; de inmediato lo asocié con mi ejercicio de unos minutos antes y me quedé pensativo y dudoso, él siguió andando al lado mío mientras yo me dirigía de nuevo a la vitrina de los libros y mi pequeño demonio me sugirió decirle muestro lo que prudentemente se puede, me dijo yo disfruto de lo que prudentemente alcanzo a mirar en los baños, me detuve a mirarlo a la cara y me mató un ojo, me sonrojé, se rio con ganas y eso rompió el hielo; le dije entonces miremos allí unos libros que hace un ratico estaba observando, arrimó conmigo a la vitrina e hicimos comentarios mutuos sobre unas obras y se detuvo en Un Beso de Dick, ¿lo has leído?, le mentí que no; tomemos un café y te cuento de ese libro; vamos allí a Las delicias del café, sirven uno exquisito.
A la mesa, me comentó sobre el libro y se emocionaba hablando de Felipe y sus aventuras eróticas y me hacía imaginarlo con Leonardo y desear comprar el libro de inmediato para disfrutarlo directamente. El tema nos sirvió para hacer comentarios abiertos sobre la belleza y sensualidad de los jóvenes, sobre los deseos que nos infundían, sobre cómo nos gustaba observar a los modelos con su ropa ajustada que les resalta todos los atributos, los nadadores con sus diminutos trajes de baño que hacen ver su sexo todo abultado y nos alimentan la imaginación. Pero hace un ratico no fue imaginación, me dijo, lo vi y te lo elogio; solo viste media nalga; eso crees, te cuento, a riesgo de que me pegues, que también miré por encima de la división y vi que tienes una belleza de miembro; no pierdes el tiempo, sonrojado, pero dame la oportunidad de conocer algo también; ahora mismo si quieres, respirando morbo por todos sus poros, terminemos el café y vamos allí. No pregunté, pronto sabría a qué lugar me invitaba y estaba deseoso, no me iba a poner a discutir.
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