CARRETERA SECUNDARIA

Por
Enviado el , clasificado en Varios / otros
44 visitas

Marcar como relato favorito

Bajó el parasol giratorio y siguió mirando por la ventanilla del auto. En el lado derecho como veloces ráfagas de movîa la fila regular de altos olmos junto al arcén de la carretera.

Desvió la mirada. En el espejo del parasol vió reflejada la imagen de los dos niños dormidos en el asiento trasero. Las dos cabecitas rubias juntas: los rizos de Jaime, el lacio cabello largo de Jeremy. Elaine suspiró sonoramente. William apartó un par de segundos la vista de la carretera y observó a Elaine. «¿Todo bien?», inquirió. Ella hizo un gesto lateral hacia él, pero no lo miró. «Sí, cariño», respondió. Se arrebujó en su abrigo de lana a cuadros y ladeó sus piernas hasta apoyarse en la puerta del coche.

«Sólo ellos; sólo por ellos», se dijo.

Bill no tenía la culpa. Los cosas eran como eran. Las cosas cambian; nosotros cambiamos. La vida no es fácil y las etapas se queman y con ellas nos quemamos: el tiempo lo abrasa todo.

El silencio se adueñó nuevamente del espacio de oxígeno limitado del vehículo. A pesar de todo el calor de la calefacción del motor era agradable. Ahora los campos de trigo y alfalfa mostraban sus grandes y vacías extensiones a los ojos de Elaine.

Recordaba la ceremonia.

Aquella ceremonia. Las sonrisas, las esperanzas y las ilusiones, lo desconocido.

«Hasta que la muerte os libere», pensó: esa deberia ser la fórmula y no.la otra, que era un fraude, una mentira.

«En lugar de anillos», continuó en su monólogo, «deberian unirse mediante una cadena y unas esposas de hierro gris», sentenció con amargura.

Pasaron Humbertville y siguieron en dirección a la casa de campo que William heredó a la muerte de sus padres.

Elaine cerró los ojos y apretón las mandíbulas, impotente y con un nudo en el estómago.

«Siempre ha sido así y siempre lo será».

No era su voz: era la de Mary Rose, su madre, y la de tía Evelyn, y la de la abuela Maggie Cartwright.

El sol había desaparecido lentamente. Elaine subió el parasol. Al hacerlo la imagen de los niños se esfumó como una fotografía al final de un viejo álbum de recuerdos de familia.

«Pero ellos no. No consentiré que ellos vivan la ficcion; que malvivan en esa prisión. Les iré explicando cómo son las cosas. Las "cosas" pueden ser diferentes.

Poco después de durmió. William giró la cabeza y la miró un instante antes de volverse hacia la carretera que estaba iluminada por la hilera de farolas cada cierto trecho. Sintió una plenitud que era incapaz de definir y su boca dibujó una sonrisa al retener en su memoria reciente la faz serena de Elaine y sus párpados cerrados suavemente mostrando las bellas pestañas pelirrojas de su mujer.


¿Te ha gustado?. Compártelo en las redes sociales

Denunciar relato

Comentarios

COMENTAR

(No se hará publico)
Seguridad:
Indica el resultado correcto

Por favor, se respetuoso con tus comentarios, no insultes ni agravies.

Buscador

ElevoPress - Servicio de mantenimiento WordPress Zapatos para bebés, niños y niñas con grandes descuentos

Síguenos en:

Facebook Twitter RSS feed