Descubriendo mi autentica sexualidad

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Tengo 23 años, soy un chico de piel blanca. Mi estatura 1.60. con 62 quilos.

Nunca he podido desnudarme en un vestuario porque me muero de vergüenza. Si veía los penes de otros chicos me turbaba poniéndose roja mi cara.

 Mis sueños eróticos, siempre rondaban situaciones en que estando frente a un varón me cohibía.

Hace tres meses, en el club social de mi barrio conocí un señor morocho, robusto. Él es profesor de baile. Dijo ser venezolano.

Yo acudí a él a fin de aprender a bailar ya que soy un tronco. El profesor me dijo que era conveniente que fuera a la práctica en pareja. Yo respondí que no tengo compañera de baile, entonces prometió ayudarme y agregó: - Pon atención, yo te tomaré como a una chica.

Quizás vio algún gesto en mi cara que delataba mi incomodidad. porque dijo: Si prefieres puedo darte clases de baile en tu domicilio.

Acepte su propuesta. El agendó mi número de celu para comunicarse. Así concretamos el encuentro en mi departamento. Vivo solo, mi mamá vive a diez cuadras y me visita una vez por semana.

La primera vez que fue el profe a enseñarme a bailar, lo recibí muy nervioso, sentía mariposas en la panza. Gregory es muy tranquilo, educado y suave en su trato.

Comencé a sentir algo nunca experimentado. El roce de sus manos me resultaba muy agradable. Su voz serena no me atemorizaba, sino que me transmitía su seguridad. Conversamos mucho tiempo. Estuve muy a gusto con él.  Luego que se retiró de mi casa, quedé deseoso de que volviera.

A los dos días cuando regresó a mi casa a fin de impartirme clases de baile; yo estaba ansioso. Recordaba que el profe había dicho que se debía bailar con ropa cómoda. Me vestí con una remera cortita de licra, la que marcaba mis pequeñas tetitas. Abajo me cubría un short de algodón. Ajustado en las nalgas y amplio en las piernas.

Al verme exclamó: - Estás preciosa.!!

Sonreí. Le dije que tomara asiento en el sillón y fui por cerveza a la cocina.

Mientras él hizo comenzar a sonar los primeros acodes de bachata. Regresé con dos latitas en las manos. Él se puso de pie las recibió de mis manos y las apoyó sobre la mesita baja.

Poniendo sus grandes manos en mis caderas, comenzó a mover sus pies y a dirigir los movimientos de mi cuerpo. Me hacía girar con gracia. Luego apoyaba una mano en mi espalda. Me arqueaba hacia atrás y volvía a él. Girando, moviendo las caderas. Mis glúteos rozaban el bulto de su sexo cubierto por la bermuda verde oliva.

El ritmo de bachata y la situación me acaloro. Debí detenerme.

Él tomó mis manos y propuso descansar un poco. Me senté a su lado. Gregory alcanzo la cerveza y apoyó su mano izquierda, pesada, grande y tibia sobre mi muslo derecho. Sin pensarlo, apoyé mi mano sobre la suya. Mis ojos se dirigieron a su paquete sexual que había aumentado su volumen.

Él subió su mano desde mi muslo hasta la entrepierna. Con el otro brazo enlazo mi espalda y me atrajo a su cuerpo. Lo miré y se encontraron nuestros ojos. Entreabrí la boca para hablar, pero no me salió palabra. Me invadió con su ancha lengua y beso sosteniendo mi cabeza por la nuca. Casi me impedía respirar. Luego bebimos un sorbo de cerveza. No dije ni una palabra. (Quien calla, otorga)

Retomamos el baile. Yo girando entre sus brazos. Por momentos, su mano bajaba desde mi espalda hasta mis glúteos. Giraba y cuando me atraía hacia él, mi culo se restregaba en su sexo caliente.

Al cabo de varios minutos, nos tomamos un respiro. Gregory se dejó caer sentado en el sillón, llevándome de un brazo a caer sobre él. Mi espalda se apoyó en su pecho y mi culo sobre su sexo. Ya muy transpirados, decidimos ducharnos para refrescarnos.

Gregory bajó por sus piernas la bermuda. y se quitó la chomba. Levantó por sobre mi cabeza la remerita de licra y con delicadeza bajó hasta el piso mi short.

Abrí la ducha y nos abrazamos debajo de la regadera. Rodeo mi espalda con sus gruesos brazos. Yo respondí rodeando su cuello. y me besó mientras el agua caía sobre nosotros.

Su pene se había levantado y se apoyaba en mi vientre. El hizo pellizcos y palmaditas en mi cola. Mi vientre se juntó más a su sexo caliente. Luego tomó mis pezones girándolos entre sus dedos.

Nos apartamos de la regadera. Mirando mis ojos Gregory dijo: - Te deseo Ro!! Quieres ser mi novia en la intimidad.?

No respondí, eso era impensado para mí. Comencé a besarle el pecho cubierto pelitos. Él, acariciando mi cabeza la orientó a que baje por su pecho hasta encontrar su cilindro oscuro, grueso, caliente y muy duro. Coronado por una cabeza generosa, roja brillante de contornos prominentes. Abrí la boca al máximo tolerable para intentar meterla. Me dolían las mandíbulas. No quería rozar la cabeza con mis dientes. No logré meter más que la cabeza y la mitad del cilindro. Apenas podía mover la lengua para acariciarla.

Gregory me separo para no venirse dijo. Nos pusimos de pie nuevamente bajo la ducha. Sus manos hurgaron mi pequeño pene y mi ano hasta introducirme el dedo mayor de su mano derecha. Me aferré a su cuello y gemí, entregándome a sus deseos.

A medio secar nuestros cuerpos, me llevó en sus brazos hasta la cama. Me dejó caer suavemente. Y sin encender ninguna luz, comenzó a besarme.

Continuará…

Besos Roberta


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