Con él conocí el gozo total

Luego de la segunda vez que Gregory, mi profesor de baile estuvo en mi casa. Nuestra confianza fue en aumento. La idea de que yo fuera su novia en la intimidad, me pareció deliciosa.

Aunque en la calle nos saludábamos como amigos. Todos los días por la noche compartíamos videollamadas y diálogos muy calientes. Nuestros encuentros en los que cenábamos juntos, yo lo esperaba vestida como su mujercita. Claro, él tenía llave del edificio. Eso evitaba que fuera yo hasta la puerta de calle.

En cuanto llegaba; nos abrazábamos y besábamos mucho. Eso me provocaba sentir mariposas en mi estómago y morirme de ganas. A él le provocaba una erección inocultable.

En pocos minutos, nos quitábamos mutuamente la ropa. Gregory me cargaba en brazos y me apoyaba acostada en el sillón. Me daba a mamar su gruesa verga morena hasta atragantarme. Luego me volteaba boca abajo. Separaba mis nalgas y lamía mi ano, haciéndome temblar de lujuria.

Sus hábiles dedos mojados con su saliva jugaban en mi asterisco. Mi esfínter se relajaba y esperaba la llegada de la cabeza gorda de su miembro untada con lubricante. Metía la cabeza y volvía a quitarla varias veces. Gregory me hacía desear sentirla toda en mis entrañas.

Él con tremenda erección volvía a cargarme en brazos. Yo con el ano dilatado me entregaba a su deseo. Me llevaba al baño. Sentándose sobre la tapa del inodoro; me sentaba a horcajadas sobre él. Nuestras caras enfrentadas, su lengua buscando mi boca. Su verga presionando mi esfínter hasta desaparecer dentro de mí.

Gregory, comenzaba con el movimiento de levantarme y moverme con sus manos bajo mis nalgas. Yo gemía compulsivamente, temblaba y se escapaba un chorrito de semen mojando el abdomen de él. 

Gregory ponía sus manos en mi espalda, dejaba de besarme para que pudiera inclinar mi cuerpo hacia atrás. Mordía mis pezones haciendo que grite por el dolor. 

Su pene clavado a fondo, tenía contracciones y me llenaba con semen.

Luego nos bañábamos juntos y disfrutábamos otro rico polvo sobre mi cama.

Besos Roberta