El Ingeniero reservado del trabajo me dio por detrás

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Tengo que ser sincera… La verdad, lo único que no puedes obtener de mí es mi culo”… Le advertí al ‘Inge’. Pero yo sabía -no tan en el fondo- que Jaden se iba a esforzar hasta conseguir partirme el orto y así fue…

Lo que más adoro de coger con el ‘Inge’ es saborear su verga y poder tomarme su leche. Me he vuelto adicta a su sabor y cuando me pego, es muy difícil soltarlo.

Cada vez que se la chupo, es como una danza de mi lengua alrededor de su cabeza, huevos y culo (amo comerme ese culo… Pero esa es otra historia). Llegar hasta su base y sentir que me ahogo, se ha vuelto mi reto favorito. ¡La forma de cada una de las venas de ese pedazo de carne grueso y largo en mis labios mientras succiono, es un placer que no puedo explicar! Al final, cuando se derrama y mi lengua toca ese delicioso néctar, es como obtener el premio mayor.

Esa noche estaba justo chupando sus bolas, empapando de saliva sus huevos y perineo cuando sus dedos llegaron a mí. Yo estaba en cuatro a un costado de él, lo que le otorgaba total libertad para ir preparando el terreno. Me daba tan rico en mi clítoris que me fue muy difícil concentrarme en mamarle la verga. Sus movimientos en mi sexo eran tan precisos que en cuestión de segundos me volví agua.

¡Puta! ¡Mi cuerpo dice a gritos que soy tuya!”, exclamé. Jaden siguió regalándome placer. Mi conchita húmeda fue la puerta abierta para introducir el primer dedo.

¡Mete el segundo y el tercero ya!… ¡Te lo suplico!”, le dije.

 “Hoy quiero tu culo… Es mío y si me da la gana de partírtelo, lo voy a hacer… Recuerda que tú eres mía”. Esas palabras me hicieron poner los ojos en blanco. ¡No pude reaccionar! Empapó uno de sus dedos con mis jugos e inició la dilatación de mi ano. Con movimientos circulares alrededor de mi hoyo, fue preparando el terreno. Cuando sintió la oportunidad, lo metió hasta el fondo de mí mientras yo estaba en cuatro, ahora frente a él.

¡Por favor para! ¡No hagas eso!”, grite en vano. Pero, para mi sorpresa, la sensación fue encantadora. Es como una combinación entre lo prohibido, pecaminoso y nuevo... Me puso la piel de gallina. ¡Me sentía tan vulnerable, pero la vez tan sexy y arrecha! Mis prejuicios iban abandonado mi cuerpo y rindiéndose ante el placer de esa escena…

Ahora soy yo la que te ruega que le partas el culo”, exclamé aún en cuatro, volteando hacia él y mirándolo a los ojos con cara de perra adicta.

¿Quieres que te meta mi verga en ese culo?”, me preguntó.

No quiero… ¡Lo necesito!”, recalqué. Cuando creía que el ambiente no podía ser más cachondo, Jaden me levantó, me llevó hasta uno de sus espejos, inclinó mi cuerpo de modo que tuvo total control de mi orto, susurrando: “quiero que veas como te lo parto”. Abrió mi culo y lo escupió para lubricar muy bien… Ya llena de su saliva, la cabeza de su verga se puso juguetona en mi hoyito. Yo sólo podía gemir, mientras contaba los segundo para esa gran embestida. Inició muy suave, poniendo su mástil en posición. Yo veía en el espejo a esa chica arrecha que se mordía su labio inferior, hambrienta de verga.

El gran momento llegó. Jaden empujó su pene en mi culo provocando que yo gritara… No sé cómo explicártelo… No era dolor… Era mucho placer, combinado con una sensación extraña… Yo quería más y más… Podía sentir tan intensamente cada embestida que me dejé llevar por esa ola de erotismo primitivo. Como cereza del pastel, Jaden continuó dándome dedo en el clítoris. Ambas estimulaciones me hacían hervir la sangre. Yo lo agarraba tan fuerte de los brazos que palpaba sus músculos y veía cómo se dibujaban sus venas. Cada clavada era más fuerte y deliciosa que la anterior. Mi culito era castigado a punta de mondá, lo que me hacía subir al cielo. A medida que Jaden se acercaba a su orgasmo, más duro me daba… Me taladraba como cajonera atascada… Y en ese punto épico, el ‘Inge’ no aguanto más, rellenando mi culito con su lechita calientita… Sus gemidos fueron mi diploma de honor por un trabajo fenomenal…

 “Ahora soy 100 por ciento tuya”, lancé esa frase antes de que saliera de mí… Tengo que confesar que ver su semen derramarse de mi orto es una imagen que quedará por siempre en mi memoria.

Por el culo se siente más intenso, más salvaje… Y, obvio, ¡Yo quiero más!…


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