En Orión las cosas son muy diferentes. Se lo dijo Tovakthi Ronuss: «Allí las mujeres son muy diferentes». Todo es ardiente en la región donde la cercanía del rojo Betelgeuse ha seguido una evolución tan distinta, que no podía ser de otra manera.
Cuando se descubrió Gould 26 desde la órbita errante de la esfera colonizadora 45Europa las compañías se lanzaron a una competencia colonizadora sin freno: los metales extraños constituían ya la riqueza extractiva principal de Orión.
Carter Chi se aproximó a la mujer. Allí las mujeres (los hombres habitan en comunidades separadas cuidando de los niños), no llevan ropa. Chi se admiró de las formas curvadas de todas ellas; los muslos bien torneados, los tres pechos con doble pezón y el voluminoso sexo sin vello. Le habían contado que eran completamente accesibles en todo momento y carecían de la moralidad de los colonizadores.
«¿Te puedo besar?» Ella parpadeó e hizo un mohín abriendo y cerrando la curva en forma de corchete horizontal invertido (que Carter Chi identificó con una visible aceptación para la cópula) y abrió sus brazos con un ondulante movimiento de caderas.
Chi notó que su virilidad se puso a cien. Tomó a la mujer por los hombros y pegó sus labios a la línea sinuosa de la boca de la nativa. Ella agarró a Carter por el trasero con sus cuatro brazos de cuatro dedos. La lengua del colonizador espacial recorrió el dibujo de aquellos labios calientes y untuosos y buscó en la tierna cavidad su par. La mujer emitió un ronco sonido repetido, mientras quitaba la ropa de vuelo espacial de Carter Chi. Dos de los dedos de cada brazo abrieron el esfínter, y de repente el colonizador notó cómo se hundía en su interior un largo tentáculo viscoso, que con rápidos movimientos percutía en la carne hasta que Chi logró zafarse del abrazo de la nativa.
Las cosas eran diferentes en Gould 26, tal y como le había hecho saber Tovakthi Ronuss. Y las mujeres eran tan ardientes como la feneciente Betelgeuse…, al menos hasta que la estrella evolucionase en supernova o en una de las extrañas enanas blancas que salpican la negrura silenciosa de la noche cósmica.
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