jacuzzi

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Sandra, Marina, Clara y Victoria celebraban sus vacaciones en un jacuzzi. Todas tenían de veinte a veintitres años, y eran compañeras de trabajo en una agencia de viajes.

Llevaban bikinis normalitos, y se relajaban con las burbujas. Eran amigas desde hacia un tiempo. Sandra era la más salvaje, se había acostado con el jefe pero era simpática y muy considerada.

Marina era la más joven e inexperta, se reía por todo y tenía fantásticas conversaciones.

Clara era la más intelectual, tenía un novio desde hace unos tres meses, y Victoria, una chica normal y corriente.

Las cuatro eran guapísimas, y tenían cuerpos casi perfectos.

Sandra se dió la vuelta, de manera que los chorros propulsados por el jacuzzi bajo el agua caliente del mismo, le diera directamente en la vulva.

-Mirad chicas, mirad- Dijo atrevida- Haced esto, veréis, es glorioso.

Las tres chicas lo probaron. Era básicamente una masturbación, pero ninguna pensó en eso.

Marina sentía fuertes contracciones en la pelvis, nunca antes había notado algo así. Sandra se dio la vuelta y volvió a la carga.

-He probado una masturbación nueva que me viene de fábula, es con el pulgar. Estimulo el clítoris y el ano a la vez.

El resto se dio la vuelta para estar de cara a Sandra.

Sandra se elevó y se quitó la parte de abajo del bikini. Mirad, os explico, y procedió.

Con su propio dedo gordo hizo movimientos circulares en su clítoris, y con el anular mojado por el agua del jacuzzi hizo lo mismo.

Las otras chicas se quedaron al principio perplejas. Clara se elevó de la misma manera que Sandra e hizo lo mismo.

-¿Así?

-No, chiqui, así.

Y Sandra empezó a masturbar a Clara como estaba enseñando. Clara estaba ya húmeda, y no precisamente por el jacuzzi.

Victoria le quitó la parte de arriba a Clara y empezó a tocarle los pechos mientras estaba siendo brutalmente masturbada por Sandra. Clara gritaba y gemía mientras que Marina estaba sentada sin hacer nada, con cara de circunstancia.

Las tres chicas salieron del jacuzzi y se desnudaron, se pusieron las tres a cuatro patas e hicieron una especie de tren. Se lamían los sexos unas a otras, se estimulaban, absorbían los líquidos interiores unas de otras.

Marina decidió salir. Se quitó el bikini y empezó a acariciar a Victoria con dos dedos. El sexo de Victoria estaba ya emanando líquidos y Marina decidió introducirlos. Aún cabían más, tres, cuatro. Metió el puño completo en el interior de Victoria, quien paró para gemir fuertemente.

Marina se tumbó boca arriba en el suelo de madera, y mientras Sandra le lamía el interior, Victoria se sentó sin hacerle daño en su boca para que se la comiera, y Clara le mordía los pechos.


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