La Ouija

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- María tu padre y yo ya nos marchamos ya, prométeme que te portarás bien y que cerraras bien la puerta antes de que os acostéis.

Le dijo la madre de María.

- ¡Que si mama! Además ya no soy una niña tengo 16 años y se cuidarme.

Le respondió María a su madre.

- Por eso mismo me voy preocupada.

Le replicó la madre a su hija.

- No te preocupes pasadlo bien papa y tú, yo esta noche cierro la puerta con llave y preparo la cena a la chicas.

Dijo María.

- ¡Por cierto! ¿A qué hora viene el padre de Paula a traer a tus amigas?

Pregunto la madre.

- A las 18,30.

Le contesto María.

- Vale, pues en la cocina está todo preparado para que os hagáis la cena, y las sabanas están todas en el armario de mi habitación, y mañana sobre las 20,00 estamos en casa.

Le dijo la madre.

- ¡Que sí!   

(Claxon repetidamente) 

- Va que papa te está esperando pasadlo bien, en ese hotel y disfrutad vuestra noche, tortolitos.

- Gracias María un beso, hasta mañana adiós 

- ¡Adiós!

La madre se subió al coche y los padres se marcharon, hasta desaparecer el coche en aquella larga carretera.

María sin vacilar, cogió el teléfono y telefoneo a su amiga Carmen.

- Eh tía, mis padres se acaban de ir, esta noche va a ser total, noche de chicas, además esta mañana eh conseguido coger el tablero de mi abuela, me ha costado cogerlo, pero una vez que pude, lo metí en mi mochila y ahora lo tengo aquí.

Dijo María.

- Que miedo, jugar a la Ouija, nunca lo eh echo, pero hoy estamos solas, y te lo prometimos así que lo haremos a media noche.

Respondió Carmen.

- Sí tía además lo haremos en mi habitación, y tengo 2 velas blancas para ambientar más la noche, y justo después de cenar, podemos ver 1 peli de miedo para estar más sugestionadas jiji.

Dijo María.

- Jo, como eres tía, hoy vamos a pasar miedo al final, bueno te tengo que dejar, luego nos vemos un beso.

Respondió Carmen.

- Chao un beso.

María colgó el teléfono y se fue a dormir la siesta, pues eran las 15,30 y hasta las 18,30 sus amigas no llegarían a su casa.

Al fin llegaron las 18,30, y el padre de Paula, llego con su coche acompañado de las jóvenes que estaban ansiadas y contentas de pasar una noche de chicas, pero lo que no sabían, es que esa noche iba a ser muy, pero que muy desagradable.

 Una vez las chicas dejaron sus cosas dentro de la casa, todo transcurrió normal, hablaron de muchos temas, rieron, bailaron, criticaron a otras chicas, vieron la tele, cenaron, y al fin llegó la ansiada media noche, todas las chicas subieron al dormitorio de María y encendieron las 2 velas blancas, y se acomodaron en el sitio.     

- Eh tías mirad que tengo aquí

- María, ¿al final vamos a jugar a la Ouija?

- ¡Por supuesto que sí! Carmencita, que te pensabas.

Le respondió en tono burlón la joven.

- Será mejor que no hagamos eso.

Añadió la joven Paula.  

- ¡Lo haremos! ¡Es parte del plan! Vosotras me lo prometisteis, no os vayáis a rajar ahora.

Respondió María.

- ¿Tú también quieres hacerla, Nuria?

- Le pregunto Carmen, pero Nuria no contesto, solo asintió con la cabeza en forma afirmativa.

- Bien, aquí está el tablero, vamos a divertirnos.

Dijo María excitada.

Las 4 chicas pusieron sus respectivos dedos índices sobre el pequeño vaso, colocado encima del tablero de la Ouija. El tablero era marrón, algo desgastado, pero las letras y números se veían claramente, había una pequeña marca curiosa, en el lado derecho del tablero, como si fuese una pequeña quemadura, que hubiese sufrido la Ouija años atrás. Las chicas no le prestaron el menor caso a esa marca y decidieron empezar el ‘’ juego. ’’


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