La caza I

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  Una imponente figura apareció en el centro del poblado montada a caballo. Le acompañaba otra silueta más pequeña que llevaba al animal cogido de las riendas. Ambas sombras caminaban luchando contra la ventisca avanzando lentamente y abriendo profundas huellas en la nieve.

Se detuvieron delante de una  puerta de madera.Un cartel congelado colgaba de la esquina del edificio y gemía oxidado balanceado por el viento. El gigantón descabalgó y con su manopla de piel golpeo los listones blanquecinos de la puerta.

-¡Abrid! –grito una voz gutural.

 El más pequeño frotaba sus brazos intentando entrar en calor.

  Con un crujido la puerta se abrió y en el umbral apareció un posadero regordete con un sucio mandil.Vio a los dos personajes (uno de ellos enorme) envueltos en pieles hasta las orejas. Apenas se les veían los ojos. Del interior se escapó el calor de algún hogar encendido.

-¡Por todos los dioses del Infierno no te quedes ahí pasmado y déjanos entrar ya!- Arreció la voz del grandullón fría como el viento que ululaba.

-¡Perdón! !Pasad, pasad! !Estáis en vuestra casa!-  reaccionó el posadero echándose a un lado.

-¡Tú jovencito! Lleva el caballo al establo y asegúrate de que coma – le espetó el gigante a su  compañero.

  El hombretón entró en la posada con dos grandes zancadas sacudiéndose la nieve como un perro.

-¡Que frio hace en este país de mierda! –murmuró.

Se quitó la capucha y miro alrededor. Penumbra. Solo había unos pocos paisanos en el local, algunos  ensimismados en sus rutinarios pensamientos sin apartar la vista de la cerveza caliente,y  otros hablando bajito, como si conspiraran, reunidos en los puntos más oscuros y discretos del salón. Pocos se fijaron en el gigante que acababa de entrar.

Este buscó un sitio lo más cerca de la chimenea y esperó impaciente. Volvió a abrirse la puerta de la posada y apareció su compañero azotado por los vientos crueles. Rápidamente cerro y apenas unos copos de nieve se colaron dentro. El joven miró despistadamente un rato, vio a su jefe al fondo y allí fué.

-¡Mira que has tardado! ¿Y el caballo? –preguntó el gigante.

-El caballo  bien. Lo he dejado con el mozo. No tenían mucha avena.

-Vaya, !como no!.Por cierto, ¿Dónde demonios está el posadero? ¡Posaderoo! – vociferó La Bestia.

Como por arte de magia apareció el aludido saliendo por una puerta.

-¿Van a cenar?- preguntó

-Depende de la bazofia que se sirva aquí, aun así esa es nuestra intención señor mio.

El posadero se secó el sudor de la calva ante la mirada amenazante y miró hacia la cocina:

-Pues esta noche tenemos patatas con carne, si es de su gusto.

-Bien, trae un plato grande y dos cucharas. Con vino caliente para mi y para el chico agua.

-¿Agua? –protestó el joven.

El hombretón soltó un manotazo

-¡Ay!

-Cuando seas un hombre beberás como yo, ¡hasta entonces a callar!

Fuera, el viento seguía arreciando y la noche caía lentamente sobre la pequeña aldea. En una de las ocasiones en las que el posadero se volvió a la mesa ,el gigante le agarró por el brazo y  preguntó:

-Por cierto, ¿Dónde puedo encontrar al Condestable?

-¿A estas horas? ¡Debe estar durmiendo!- respondió azorado el otro.

-Da igual, tengo un asunto de urgencia que tratar con él y no puede esperar a mañana. Mañana me gustaría zanjar el negocio y largarnos de aquí.

El muchacho comía patatas como si el asunto no fuera con él. El posadero se encogió de hombros y dijo:

-Es la casa grande al final del pueblo.- y desapareció por la puerta.

  Una hora más tarde estaban golpeando el llamador de la citada casa. Se oyeron pasos al otro lado. El viento había cesado y solo caía una nieve mortecina. La oscuridad era absoluta y apenas se veía un palmo más allá de la nariz.

-¡Ya va! ¡Ya va! ¡Me vais a derribar la puerta!- se oyó gritar al otro lado.

Y La puerta se abrió .Asomó por el umbral el Condestable, hombre de mediana edad de cabello desmadejado y que con malos humos sujetaba un candil.

-¿Quién demonios sois vosotros y que haceis llamando a estas horas?

El grandullón dio un paso al frente y su ceñudo rostro se iluminó a la luz del candil.

-Soy Odric Mazmartigan, Campeón de la reina Valeste.Y este es mi escudero Salizan de Monte Claro.

-¿!Odric? !Virgen Santa!!No puedo creerlo! – los ojos del Condestable se abrieron como platos

-Estupendo, presentaciones hechas. ¿Ahora podemos pasar? Se me estan helando los..

 Un rato después estaban sentados en la mesa del despacho del Condestable. La luz de una lámpara de cera iluminaba una estancia atestada de libros.

Una mujer somnolienta apareció bajando una escalera:

-¿Quiénes son a estas horas Martín?

-¡Vete a acotar otra vez mujer! – le espetó el otro echándola de mala manera.

-Perdonad a mi mujer, es una cotilla

   Odric gruño impaciente sin prestar atención al hombre. El escudero daba vueltas por la habitación curioseando entre los libros. El Condestable se sentó y sirvió vino caliente a Odric, quien se había quitado la capa de pieles y lucía un jubón de viaje rojo con el símbolo de la casa de Idis.

-Vos me habéis llamado, ¿qué es lo que ocurre? !Diantre que vino más malo! ¿Es que no tenéis nada más decente?

-Lo siento, no ha sido un buen año para nada.- se excusó Martín- el mismísimo Odric...¡por el Altísimo!. Esperábamos en realidad a algún héroe menor, !pero no al Campeón de la Reina!.

-Ya,ya..Bueno ,pues al grano. La reina está preocupada por las cosechas de esta zona, ni que decir tiene que en estos momentos de guerra el abastecimiento de las regiones del sur son prioritarias, y ahora no podéis cosechar por la bestia esa .Porque en la misiva hablabais de una bestia ¿no?

-!Por Dios Muchacho, deja de tocar esos libros!!Por una vez estate quieto!-grito Odric

El condestable continuó:

-La bestia de Arzak la llaman ahora. Ha arrasado ya todos los campos al oeste del rio. Baja de las montañas heladas de Gidion cada dos o tres noches.!Ha matado ya a más de una docena de granjeros!

  Odric se meso las barbas como pensativo y dijo a continuación:

-Ya veo, ¿Alguien ha sobrevivido? ¿Alguien ha visto como es la bestia esa?

Limpiándose el vino del morro con la manga de terciopelo, Martin saco un dibujo hecho a carbón de uno de los cajones.

-Renald hizo esto, vivía en la tercera granja subiendo por el puente a la derecha.! La bestia es rapidísima. Dormían todos cuando se coló,  y mato a toda la familia en apenas un susurro. Ni siquiera se despertaron. El pobre Renald huyo de milagro, cuando llego aquí  tenía el brazo izquierdo devorado hasta el hombro y unas heridas terribles. Murió solo tres días después.

Alargando el brazo le paso el dibujo.

Odric apenas le echo un vistazo y se froto los ojos cansados:

-mierda, mierda, mierda.- dijo

-¿Qué pasa? – pregunto Salizan volviendo de sus ensoñaciones.

-¿Qué es? – dijo el Condestable preocupado.

-¿Qué es? Es una puñetera Manticora. ¡Joder!


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