A la mierda

Por
Enviado el , clasificado en Varios / otros
1723 visitas

Marcar como relato favorito

El tiempo quiebra cada una de las notas de tu llanto. 

La mano, primero, palpa. Un instante después aprieta sutilmente, una tras otra, las piezas de marfil de un blanco roto. Zozobran en un océano de caos. 

El pedal baila a un ritmo incoherente, inquietante. Acucia tu lloro, acucia tu sonrisa; así que sonríeme, si he de odiarte por lo menos espero que seas feliz por ello.

De historias de niños con helados y bicicletas hablaban, se miraban fijamente, la tensión, palpable, crecía, mientras el bolero quebrado daba ritmo a la escena.

Crash, cayó el vaso. Cada uno de los trozos salió disparado de forma grácil, cual ballet ruso, se desplazaban, mientras cada milímetro que se desplazaban cobraba sentido. Armonía. Desde luego ese pedazo de vidrio sabía más sobre armonía que todos los librepensadores, hippies i filósofos del lugar. 

De fondo se atisbaba a oír algo clasificable como techno. El contraste, entre el ritmo hipnótico, hipotéticamente predecible, y el sensible tararear del hombre por encima del teclado, le hacía a uno sentir, que lo segundo se tornaba zafio, impuro, demasiado humano. La fineza de cada sintetizador, de cada sampler, golpeaba una pequeña parte del alma, la perfección que emanaba ese conjunto de ondas, ordenadas de forma casi divina, daba ganas de deshacerse, de transformar todo la energía de nuestro ser en pequeñas y chispeantes ondas de sonido; y así por fin, cobrar sentido de forma sincera.

Me levanté, y andé, acercándome al sonido, hasta llegar a las afueras de una casa, llana, sin más ni más.

Ahora, mientras se iba rebajando el filtro, iban apareciendo pequeños matices orquestales, primero pensé que sería otro sintetizador, alguna ambiental. Las ondas, iban apareciendo, cada vez más finas, con más energía; se iban entrelazando con la cadencia perfecta de aquellos golpes.

Al aparecer con más fuerza, todo iba cobrando un sentido superior, algo místico, no era divino, ni mucho menos zafio, simple y llanamente, profundo cual fosa oceánica, te envolvía, te agarraba de la nuca, y te hacía sentir vivo. 

Eran violines! solo la mezcla entre la humanidad y la perfección podía hacerle sentir así a uno.

Por las lumbares, empecé a sentir un cosquilleo, como si algunas ondas, poco a poco, decidieran amablemente entrar en mi cuerpo. Poco a poco fueron creciendo en intensidad; de ser un foco localizado, pasó a expandirse, cada vez más, hasta llegar a ser una serie de olas. 

Olas que te sacudían, las imágenes del pasado corrían a toda velocidad por mi retina, una caída, la chica que me gustaba, pastel, mi madre desnuda, colillas, hojas secas, hojas secas crujiendo; luz.

Todo, en ese preciso instante, de forma absoluta e incuestionable, en un gran éxtasis, en un enorme orgasmo, explotó. Dejó de tener sentido, pero era una sensación brillante; fundirte con el caos, la aceptación del dolor, la estupidez, la humanidad. Nunca en mi vida me había sentido tan libre; en comparación a aquel sentir obtuso, me había sentido aprisionado a mi cuerpo, un ente denso, limitado, frágil.

Y la bruma oscura de la banalidad se apoderó de mí de nuevo, enclaustrandome entre 4 extremidades.

A la mierda.


¿Te ha gustado?. Compártelo en las redes sociales

Denunciar relato

Comentarios

COMENTAR

(No se hará publico)
Seguridad:
Indica el resultado correcto

Por favor, se respetuoso con tus comentarios, no insultes ni agravies.

Buscador

ElevoPress - Servicio de mantenimiento WordPress Zapatos para bebés, niños y niñas con grandes descuentos

Síguenos en:

Facebook Twitter RSS feed