La novia de mi amigo

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Hacía años que no nos veíamos, pero con mi amigo siempre tuvimos esa manera única de comunicarnos, desde que nos conocimos a los 10 años. Éramos los mejores amigos hasta salir del colegio. Yo era el típico asustadizo y sin cuerpo que debía ser protegido y él era el popular que me ayudaba a ser menos tímido porque le ayudaba con sus tareas.

Pasaron los años y dejamos de vernos. Él se dedicó a trabajar y con el tiempo y las vueltas de la vida nos volvimos a encontrar, ambos separados y llenos de ganas de volver a salir y tener sexo con todas las mujeres que pudiéramos. Así conocimos a Marta, una antigua novia que tuvo hacía años y que tenían una diferencia de 10 años. Ella ahora tenía 25 y nosotros 35. Se mantenía hermosa, trigueña, delgada, no mucho pecho, pero un culo de infarto como pocos he visto. Nos hicimos amigos al poco tiempo y cuando se hicieron pareja. Se fueron a vivir juntos y durante un año las cosas iban bien para ellos, mientras yo me convertí en un Don Juan con muy buen cuerpo, ya que tenía todo el tiempo para cultivarme en el gym. Siempre me había sentido menos que él hasta ese momento en que me volví muy cotizado sobre todo entre las jóvenes de 20 a 28 años.

Un día mi nueva amiga Marta me invitó a cenar a un restorán que conocía porque mi amigo no podía juntarse con ella por trabajo y como la reservación estaba hecha no quería perderla. Así que nos juntamos a eso de las 10 de la noche y nos fuimos a tomar unos tragos y comer unos ceviches. Mientras hablábamos empezamos como siempre a preguntarnos de nuestra vida sexual, nos encantaba compartir detalles y a ella saber de mis aventuras. Se había vuelto la comidilla de nuestro grupo que yo me las tiraba a todas (lo cual era 90% cierto) y que tenía una buena herramienta. Nunca me he considerado especialmente dotado, pero por lo que mis mismos amigos siempre me han dicho, esto sobre el promedio en lo que se refiere a tamaño... y en la técnica debo decir que se que soy bueno.

Tomamos varias copas, nos pusimos muy risueños y entonces decidió mostrarme el lugar. Era un restaurante ambientado en una casa antigua en un barrio histórico. Ahí fue cuando noté algo extraño... para recorrer la casa me tomó de la mano y me la apretaba cada cierto rato... pero no le presté mayor atención. Nos dimos unas vueltas, volvimos al lugar y un cantor nos dio una serenata con un bolero pensando que éramos pareja. Nos sonreímos y nos hicimos los enamorados, abrazándonos mientras escuchábamos la canción. Fue cuando por primera vez sentí su trasero en mi mano. Fue un roce muy leve, pero cuando lo hice me quedé ahí. A ella no pareció disgustarle y se apegó un poco más a mí. Podía sentir su respiración más pesada que hacía un momento. Olía exquisito. Cuando terminó de cantar el tipo le dimos una moneda y nos fuimos del lugar, ya era cerca de la una de la mañana. Volvimos al edificio donde vivo para que ella esperara que mi amigo le avisara si se iba a su casa o no. Fue idea suya comprar una botella de vino y llevarla a mi departamento. Después que la compramos me sucedió algo extraño. No podía dejar de mirarle el culo. Cuando llegamos a una esquina ella intentó cruzar y vi que venía un auto, así que puse mi brazo para que no pasara. Sin querer le toqué un pecho. Nos miramos. Inmediatamente se acercó a mí y pude ver su cara de deseo. No lo pensé ni un instante y la besé. Fue un beso lleno de pasión, deseo y ganas, unas ganas que no me había dado cuenta que tenía por ella. Empezamos a tocarnos en plena calle y tuve mi primera erección. Ella lo notó y me tocó sobre el pantalón. Me miró con rostro de sorprendida y me dijo "vamos a tu casa ahora".

Fue cosa de atravesar la puerta para que se lanzara sobre mí y empezara a besarme desesperada, llena de deseo. La besé y mordí en los labios mientras la desnudaba rápidamente y dejaba sus tetas pequeñas al aire. Besé sus pezones y los lamí lentamente mientras ella cerraba los ojos y tomaba mi cabeza, tirando de mi pelo. La miré desde donde estaba y ella abrió los ojos. Me sonrió y me sacó la polera. Comenzó a acariciar mis pectorales. "Así te quería ver hace tanto" me dijo. Yo estaba realmente sorprendido. Esa hembra que nunca quise ver de ninguna otra manera que la mujer de mi amigo me confesaba en ese instante que me deseaba hace mucho tiempo. Eso me calentó demasiado. La tomé en brazos y la llevé a mi cama. Le saqué toda la ropa y comencé a besar su cuerpo entero, sus piernas, su torso y finalmente su sexo. Olía exquisito, como una fruta limpia, lista para ser devorada. Lamí con frenesí cada rincón de su vulva, sus labios y su clítoris se derretían en mi lengua mientras se quejaba y comenzaba a respirar con dificultad. En un instante mojó toda mi boca. En ese momento me levanté. Sin avisarme se abalanzó sobre mi pantalón y me los abrió sacando mi pene. Lo quedó mirando un momento; me sonrió y me dijo "esto si que es un pene" y se lo metió en la boca. Eso era el cielo. Me lo chupaba como una obsesa, lo lamía, se lo metía, intentaba tragarlo, lo sacaba y lo lamía de nuevo desde la base hasta la punta. Me tenía loco. La tomé en brazos y la puse contra la muralla. La miré directo a los ojos y la penetré lentamente. Era tan caliente y húmedo ese sexo que entraba como en mantequilla. La empecé a coger con fuerza, dándole tanto gusto que me decía en el oído "porque mierda tienes que hacerlo tan rico... si eres mi amigo" y eso me puso a mil. La tiré sobre la cama y seguí dándole, moviendo las caderas de una manera que ella se volvía loca. Luego se puso encima y me cabalgó por un buen rato mientras jadeaba y yo la agarraba de sus tetas. Luego la puse en cuatro patas y vi su culo maravilloso, redondo, exquisito y húmedo. Se la metí de un solo empujón y le di polla durante mucho rato. Ella gemía sin preocuparse de que alguien escuchara. La cogí una y otra vez, en la cama, en el sofá, sobre la mesa del comedor, en toda la casa. Ella llegó al orgasmo 3 veces y entonces sentí que me venía. Le dije, ella se lo sacó y lo metió en su boca, pajeándome de tal forma que me fue imposible evitar el orgasmo. Le terminé en la boca, mientras ella lo agitaba y lo sacaba para que le terminara también en su cara y sus tetas. Volvió a lamerlo hasta dejarlo limpio. Luego se esparció el semen por el cuerpo.

La mujer de mi amigo era desde entonces mi puta.


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