Miradas cruzadas

            Aquellas miradas cruzadas con únicas sonrisas pícaras causaban algo en ambos. Él le sonreía y se mordía el labio, colgando sus dedos en forma de uve con su rosada y mojada lengua entre medio. Los ojos café se iluminaban y dejaba caer su mano sobre el pupitre, mostrándole, sin ninguna timidez, los dientes torcidos en una exuberante sonrisa. La ceja izquierda que decoraba la cara de ella, se alzaba. Lo miraba mal porque sus gestos le causaban algo. La maestra comenzaba a hablar y así como comenzaron, acabaron. Los dos pares de ojos hambrientos navegaban el cuarto de un lado a otro, permaneciéndose inmóviles al encontrarse uno con el otro. Aquellas miradas cruzadas eran interminables, saciando la sed de ese algo, ese algo que causaba algo en ellos que ninguno de los dos sabe identificar. Él la mira con ojos de admiración y aunque por su mente pasa desapercibido que ella, la chica rara, sabe que significan esas miradas. ¿Qué es esto? La mente de ella se nubla, porque en nada puede pensar cuando esas pupilas se quedan penetradas en su cara y ella, toda ingenua, trata de ignorar ese algo que le causa. Su amigo la mira, su amiga también la mira. ¿Por qué la mirará? Será que el algo que siente ella también lo siente él, creen. La mente de cada uno queda inquieta, bloqueando todo aquel algo que no saben descifrar. Ese algo que los lleva a decirse “Te quiero” pero que al final del día sigue siendo un simple e insignificante algo y aunque pasen días, semanas, meses, años… ese algo sigue siendo un algo; desconocido.