A mi mujer le gustan las mujeres, (parte I I)

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A la mañana siguiente, desperté dolorido y cansado por mis lucubraciones, Sara ya se había levantado, había preparado el café, zumo y tortitas, ese día me pidió llevara los niños al colegio, porque ella tenía una reunión a primera hora, así que de camino al colegio, decidí llamar al trabajo e inventarme una excusa para llegar tarde, una vez los dejé, me fui directamente a casa, busqué el diario de mi mujer y comencé a leer. Dicho esto, Carlos calló, y fue Roxana quien rompió su silencio. Carlos quieres contarnos que descubriste en ese diario?, preguntó esta, a lo que él respondió, no, voy a hacer algo mejor, voy a leéroslo, os voy a leer sus mas íntimos secretos.

16 de noviembre de 2010. (De esto hace ya 3 años).

Querido diario:

He hecho algo terrible, me siento la peor de las mujeres, seguramente si se enterara mi familia me despreciaría, porque lo verían como un acto abominable, pero lo peor de todo es que me gustó, y me siento fatal por ello.

Ayer fue el 30 cumpleaños de mi mejor amiga Jessi, y para celebrarlo nos invitó a algunos amigos a cenar en su casa, mi marido como siempre no pudo ir.

.La velada fue estupenda, la comida deliciosa, el vino exquisito, y como siempre, Laura una amiga en común, nos deleitó con sus maravillosos pastelillos. Para cuando todos comenzaron a marcharse yo estaba un poco achispada, una vez que nos quedamos solas me despedí, para marcharme también, pero Jessi me invitó a otra copa y yo acepte encantada, estábamos hablando trivialidades y todo nos causaba risa, cuando de repente, me encontré con sus labios contra los míos, me quedé un tanto paralizada pero no me aparté, cosa que mi amiga aprovechó para estrujarme contra su cuerpo y besarme mas apasionadamente, yo notaba que mi cuerpo temblaba como una hoja que está a punto de caerse del árbol, pero a la vez me gustaba sentir su lengua jugando en mi boca, fuimos a su habitación tambaleándonos por el vino, la luz tenue de las velas, el sutil aroma a vainilla, las sabanas de seda y la suave balada que sonaba de fondo, conspiraban con aquel momento, yo sentía que sudaba frío por los nervios, era mi primera vez con una persona de mi mismo sexo y también era la primera vez que engañaba a mi marido. Mientras Jessi desabrochaba uno por uno los botones de mi blusa, me miró fijamente, su mirada era limpia y brillante y el fuego que había en sus ojos penetró en mi cuerpo quemándome la piel, en ese momento sentí que me enamoré, para cuando mi amiga terminó de desnudarse y de desnudarme, mis temores ya habían desaparecido. Sin pensarlo mas, nos repartimos besos y caricias, Jessi me frotaba un pecho con una mano y con su boca jugosa chupaba el pezón del otro, lentamente fue deslizándose por mi vientre, abrasándome con su lengua de fuego, no hubo un poro de mi piel que no se excitara, me abrió las piernas tiernamente, e introdujo sus de dedos en mis cavidades oscuras, después apartó los pétalos de mi sexo y empezó a comerlo, acariciando todo mi coño con su lengua húmeda, de arriba a abajo y de abajo arriba, provocándome pequeñas contracciones, de repente se detuvo, abrió el cajón de la mesilla, y sacó un enorme pene de silicona, me miró con picardía y yo la correspondí mordiéndome el labio, primero jugó un rato con él, lo chupó sensualmente, me lo sobó por las tetas y después se lo ató a la cintura, se puso encima de mi y me penetró con el enorme consolador, yo convulsionaba de placer entre embestida y embestida, era delicioso sentir los senos generosos y turgentes de mi amiga restregándose contra los míos mientras me penetraba, grite y grite hasta que por fin llegó ese ultimo espasmo de placer, le dije a mi amiga que yo también deseaba comerme su chocho, se tumbó en la cama, abrió sus largas y estilizadas piernas ofreciéndome todo su sexo de mujer, y con ansia lo comí, lo chupé, lo lamí y jugué con su clítoris, hasta que sentí como derramaba sus deliciosos jugos en mi boca, y su cuerpo se retorcía de placer por el orgasmo. Nos tumbamos la una junto a la otra, metí mi nariz en su cuello para disfrutar de su dulce aroma y me dormí jugando con los dedos entre su larga y espesa melena.

Concluida la lectura de Carlos, guardó silencio como esperando a que alguien lo sacara de su aletargamiento y una vez mas fue Roxana quien lo hizo, -Carlos como te sientes?, preguntó la locutora, -no lo se, respondió él, cuando empecé a leer el diario estaba lleno de rabia y frustración, pero cuando terminé de leerlo estaba cachondo, te imaginas, mi mujer me pone los cuernos y yo me pongo cachondo!. Soy tal vez un pedazo de pendejo y un huevon?, o tal vez estoy enfermo? ....


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