Una Calurosa tarde de verano (2a. parte)

Por
Enviado el , clasificado en Fantasía
2520 visitas

Marcar como relato favorito

Lo que Eva me había dicho que me haría, me lo estaba haciendo de verdad, me estaba convirtiendo en un lagarto. Ahora yo ya no solamente estaba horrorizado, estaba totalmente aterrorizado, nunca jamas había sentido el miedo que sentía en aquellos instantes, era tanto el terror que sentía que me oriné encima, aunque la verdad, Eva no debió ni enterarse, por lo pequeño que yo era. Mi terror fue en aumento al sentir como me cogían por la cola, por mi cola de lagarto, y me levantaban; era Eva, que me estaba cogiendo con los dedos de su mano, y me levantaba a la altura de su cara. Su cara sonreía, estaba llena de satisfacción, disfrutaba viendo mi sufrimiento, disfrutaba mientras me estaba convirtiendo en un lagarto. Sus ojos continuaban encendidos, y empezó a hablarme, me dijo que iba a convertirme en un lagarto, y que yo sería un pequeño lagarto el tiempo que ella quisiera. Podía ser un lagarto solo unos minutos, unas horas, días, o si ella quería podía transformarme en un lagarto para siempre, pero que todavía no había decidido que haría conmigo, y si me dejaría siendo un lagarto el resto de mi vida o no.

 Podéis imaginaros como estaba yo, nadie, creo que nadie; aparte de alguien que haya experimentado lo mismo que yo, es decir que haya sido convertido en un lagarto; puede imaginarse lo que sentía en aquel momento, yo un chico de 24 años, estaba a punto de ser convertido en un lagarto por una mujer. Parecía una pesadilla, una historia de un cómic de terror o de una película de miedo, no podía ser cierto, no podía estar ocurriendo eso ahora, no me podía ocurrir a mí, lo estaba imaginando; Pero no, era cierto, era real, era el presente y estaba ocurriendo, yo en este momento era una cosa pequeña, muy pequeña, con cuerpo de hombre y con la cola de un lagarto, algo asqueroso y horrible. Pense, paradojas de la vida, con el asco que me dan los lagartos y las lagartijas, y yo seré un lagarto. El miedo que sentía no tenía límite, lloraba, pero ese mismo miedo me atenazaba, y era incapaz de gritar, suplicar o pedir clemencia o piedad a Eva, os lo juro, no podía; creo que en aquel momento supe lo que es realmente el terror; lo que hacia Eva conmigo era algo sobrenatural, yo que acababa mis estudios universitarios, no podía entender de ninguna manera desde la base de mis conocimientos científicos, como una mujer, podía convertirme en un lagarto, transformar a un hombre en un lagarto, parece imposible, pero yo mismo, mi propio cuerpo lo estaba experimentando, estaban haciendo de mi un lagarto, aquello debía ser brujería, magia negra o algo por el estilo. Mi miedo era tan atroz, que lo siguiente que me ocurrió fue que me cagué, si me cagué, me cagué de miedo, no pude aguantarme, y quede sucio y lleno de mi propia mierda.

 A continuación Eva me dijo que la mirará a los ojos, y no pude desobedecer sus ordenes, y la miré, os juro que nunca he visto unos ojos así, grandes, inmensos, rojos y encendidos, dejando ir una intensa luz, mientras me hablaba diciéndome que en ese mismo momento iba a convertirme en un lagarto, y que yo solo sería un pequeño lagarto. Ella fijó los ojos en mi, y en breves instantes me convirtió en un lagarto; si lo que estáis oyendo, me transformó en un pequeño lagarto. Yo horrorizado, aterrorizado, me miraba y veía lo que era, un lagarto. Eva me había convertido en un lagarto, había dejado de ser un hombre, y ahora solo era un lagarto, un asqueroso lagarto, un pequeño lagarto de color verde. Mi miedo, mi horror y terror, habían llegado al máximo exponente, ¡dios mío! Parecía imposible, era como una pesadilla, pero era la realidad, yo no era Alex, era solo un lagarto, transformado en un lagarto por una vendedora de enciclopedias que resulta que era una bruja, o algo así.

 Eva estaba muy contenta, estaba disfrutando y saboreando la situación, había conseguido lo que ella más quería en aquel momento: convertirme en un lagarto, y me tenía cogido por la cola; pero cogió un gran jarrón que había en el centro de la mesilla del salón, y me metió dentro; yo dentro del jarrón podía moverme muy mal, y la verdad es que aún no coordinaba muy bien los movimientos de mi cuerpo de lagarto; me liaban los movimientos de las patas y los brazos (también patas, claro), y me desequilibraba mi larga cola; cuerpo de lagarto y cerebro de hombre, pero.. ¿Hasta cuando? ¿Que decidiría hacer de mi Eva? Ella se levantó, cogió el jarrón conmigo dentro, y empezó a pasear por el piso, hasta que encontró la habitación de mis padres. Entonces entro dentro, y dejó el jarrón encima de la cama de matrimonio de mis padres, conmigo dentro. Eva empezó a desnudarse, primero se sacó la blusa, y la falda, quedando en ropa interior, luego se quitó las bragas, y después el sujetador, dejando ver unos grandes y hermosos senos, y a continuación totalmente desnuda sé echo en la cama, y cogió el jarrón, y me saco de dentro del, cogiéndome por mi cola, y empezó a pasearme por su cuerpo, primero por sus maravillosos pechos, por su cintura, por su boca, donde me lamió todo, y luego me iba pasando por su clítoris, densamente poblado de pelos. Luego me dijo que entrará dentro de su vagina, yo la verdad es que estaba muy, pero que muy desorientado, mi cuerpo y mis instintos y mis movimientos eran de lagarto, pero mi cerebro era humano, y me estaba excitando mucho al ver su cuerpo, su magnífico cuerpo, sus pechos, sus curvas, su sexo; pero entrar en su vagina era algo que no veía muy claro, me daba miedo, y me retenía a entrar; entonces ella me agarró por la cola y me levanto al nivel de sus ojos y me dijo que sino hacia lo que ella quería, y lo que ella quería ahora era que entrara en su vagina y dentro me moviera para darle el máximo placer, me dejaría convertido en un lagarto para siempre. En ese momento me empecé a sentir bien, algo increíble, yo no me horrorizo pensar en ser siempre un lagarto, en no volver a ser jamas Alex, Eva volvió a ponerme en su vagina y entre en ella, todo mi cuerpo de lagarto entro en la vagina de ella, y una vez dentro me moví como pude y supe, poco a poco sintiendo placer, mientras mi cuerpo de lagarto iba quedando impregnado del líquido del interior de la vagina de Eva. Ella se corrió, notaba sus contracciones, y de golpe cogiéndome por la cola me saco rápidamente de su vagina, y me coloco encima de sus pechos, ella estaba jadeando, había tenido un orgasmo y había gozado mucho.

 


 


¿Te ha gustado?. Compártelo en las redes sociales

Denunciar relato

Comentarios

COMENTAR

(No se hará publico)
Seguridad:
Indica el resultado correcto

Por favor, se respetuoso con tus comentarios, no insultes ni agravies.

Buscador

ElevoPress - Servicio de mantenimiento WordPress Zapatos para bebés, niños y niñas con grandes descuentos

Síguenos en:

Facebook Twitter RSS feed