MI TIA

Por
Enviado el , clasificado en Adultos / eróticos
95073 visitas

Marcar como relato favorito

Siempre me ha encantado mi tía, a mis diecisiete años, me volvía loco,  una figura esbelta, sin ser llamativa, unos pechos firmes, no muy voluminosos, unas nalgas marcadas, que hacían que muchos hombres se fijaran en ellas. Me doblaba la edad, pero no me importaba, era mi amor platónico.

 

A las noches cuando me metía en mi cama, y cerraba los ojos, solo hacía verla, mis pensamientos se volvían turbios, me lanzaba sobre ella, mis manos acariciaban su cuerpo, mis labios se unían a los de ella, mientras lenguas se unían en el interior de nuestras bocas, mi pene se ponía a tope, duro como la piedra, y no podía evitar que mi mano lo cogiera y lo empezará a menearlo, mientras flotaba con mi tía Pili en una nube de placer, sin dejar de acariciarnos, besándole los pechos, saboreando sus pezones.

 

Claro que cuando estaba en persona delante de ella, la timidez me invadía, casi no la podía mirar a los ojos, ni pronunciar cuatro palabras seguidas, todos mis pensamientos nocturnos se desvanecían como por arte de magia. Nunca sería capaz de mostrarle un poco de mis deseos por ella. Nunca sabría que me pasaba muchas noches pensando y disfrutando de su cuerpo.

 

Pero todo cambio, o así quise creerlo, con motivo de una reunión familiar, con motivo de una boda de una prima de mi madre, allí estaba mi tía, con un precioso vestido azul oscuro, ligeramente escotado, sonriente como siempre y sin parar de hablar con todos los invitados. Tras la comida, nos llevaron a una sala, donde se desarrollaba el baile, nunca he sido de bailar, y además la timidez me podía, así que estaba en un rincón, sentado tomándome una coca cola, cuando se acerco mi tía, con una tremenda sonrisa.

 

-       ¿Que haces Juan? No quieres bailar con la tía que más te quiere, vamos seguro que lo haces de maravilla.

 

No tenía muchas ganas, pero no pude negarme, la pista estaba medio en penumbra y había bastante gente, pues nos habían juntado otras dos o tres bodas. Puse mis manos en su cintura, tímidamente, la verdad no sabía tampoco que tenía que hacer, ella me agarró por la cintura también, pasando sus brazos por encima de los, estaba separado de ella, pero podía disfrutar de su perfume, por mi mente, solo por ella, pasaban un montos de cosas que me gustaría contarle, mis pensamientos fluían a borbotones, pero de mí boca no salía un palabra, era incapaz. Estando en esa nube tan agradable, de repente me di cuenta que mi cuerpo estaba pegado al suyo, quizás era presunción mía, pero sus brazos me apretaban hacia ella.

 

Comencé a notar como mi pene se empezaba a endurecer, como se abría paso entre nuestros dos cuerpos, en esa momento quise salir de estampida, pero todos mis músculos estaban paralizados, un enorme calor llenaba mi cuerpo, sobre todo mi cara, mis papos estarían colorados como un tomate, pero ella, como si hubiera adivinado mi pensamiento presiono ligeramente mi cuerpo contra el suyo, mi pene seguía poniéndose más duro, sobre todo cuando note los pechos de mi tía sobre mi pecho, puso su cara al lado de la mía. La vergüenza me invadía, miraba a todos los lados para ver si había alguien de la familia, pero eran todos desconocidos, notaba como me apretaba mas fuerte contra ella, mi pene más duro, yo totalmente excitado, ella tenía que notar mi pene duro contra su cuerpo, quería separarme pero no podía, solo notaba calor, estaba tan paralizado, que ninguno de mis pensamientos nocturnos mientras me masturba pensando en ella, pasaban en esos momentos por mi mente.

 

Paralizado, excitado, no controlaba nada, solo notaba su cuerpo pegado al mío, ni siquiera mis manos apretaban con energía su cintura, pero poco a poco mi pene se fue poniendo más a tope, estaba totalmente excitado, sentía que en cualquier momento podía correrme, quería huir pero estaba atrapado, no sabía qué hacer, si me corría qué pensaría mi tía, seguro que se ofendería y me montaría una buena bronca, no podría mirarla a la cara, como siempre que estoy con ella, sería incapaz de decir una palabra.

 

Estaba divagando en ello, cuando mi cuerpo se empezó a estremecer, me entraron temblores, al tiempo que comencé a correrme, notaba como los chorretones de leche salían con toda su fuerza empapando mi slip, ante mi sorpresa mi tía me apretó más fuertemente contra ella, dejo de bailas, solo me apretaba, su cara junto a la mía, no sé cuánto tiempo estuvimos así, no sería mucho, pero me pareció una eternidad, no comenzó a separarse hasta que acabe de correrme.

 

Como si no hubiera pasado nada, se fue separando, - “voy a por un refresco, hace mucho calor” – me dijo, yo salí de estampida, deseaba no cruzarme con nadie, y tuve suerte de no encontrarme con nadie, corrí a encerrarme en el cuarto de baño, tenía el slip empapado, había sido una buena corrida, aunque la verdad, no la disfrute mucho, seguía mi cuerpo temblando. Cuando salí del baño, procure no cruzarme con ella, notaba caliente mi cara, a más no poder, verla sería caerme de vergüenza allí mismo.

 

Hasta pasados unos días, no saboree realmente lo que había pasado, no tengo dudas que mi tía sabía lo que hacía y lo que había pasado, yo solo pensaba, si habría sido un juego pasajero de un día para ella, o volvería a tener la oportunidad de volver a disfrutar nuevamente, y con menos vergüenzas.


¿Te ha gustado?. Compártelo en las redes sociales

Denunciar relato

Comentarios

COMENTAR

(No se hará publico)
Seguridad:
Indica el resultado correcto

Por favor, se respetuoso con tus comentarios, no insultes ni agravies.

Buscador

ElevoPress - Servicio de mantenimiento WordPress Zapatos para bebés, niños y niñas con grandes descuentos

Síguenos en:

Facebook Twitter RSS feed