Las apariencias engañan (7ª Parte)

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Lucía vio acercarse a David, lo conocía de vista y por lo poco que le había hablado su hermano. Era el último miembro que se había unido al grupo, no era feo, tenía el pelo rubio y algo largo, los ojos verdes y una sonrisa bastante bonita. Lucía enseguida pensó que se acercaría para hablar con Begoña.

-       Hola Begoña – dijo David- sin dejar de mirar a Lucía. –¿ no me vas a presentar a tu amiga?

-       Hola David! Ya se que no soy tu tipo, pero al menos me podrías mirar a la cara cuando me saludas, ¿no? es que de verdad, la confianza da asco. – le contestó Begoña bromeando.

-       Perdona Bego! Es que me he quedado hipnotizado – dijo David, girándose hacia Lucía. -No suelo ver ángeles muy a menudo- sonrió con picardía a Lucía. 

 

En ese momento Lucía ya no sabía donde meterse, estaba roja como un tomate y temió no saber como reaccionar antes un chico así.

 

-       David, ella es Lucía, es la hermana de Carlos – dijo Begoña riéndose de las artes del ligoteo que empleaba su amigo- Lucía este chico tan majo es David, Bajista del grupo.

-       Encantado Lucía – dijo David, acercándose con la intención de darle dos besos.

-       Igualmente David- Contestó Lucía, dando un paso atrás.

-       No me vas a dar dos besos- se acercó mas David.

-       Sí, perdona, es que no… -David no la dejó terminar y le dio los dos besos, agarrándole de la cintura.

 

Muy cerca de ellos, estaba el resto de amigos y familiares hablando con los componentes del grupo animadamente, Javier no podía evitar mirar cada dos por tres a Lucía y no perdía detalle de lo que hacía David. Cuando vio que este se acercaba más de la cuenta y cogía a Lucía por la cintura creyó que no podría refrenar las ganas de darle dos leches a ese idiota. En una de las veces que buscó a Lucía el destino quiso que los ojos de ella se cruzaran con los suyos, se mantuvieron la mirada durante varios segundos, después de los cuales ella bajó la mirada avergonzada y el se fue a beber, necesitaba aclarar sus ideas o se volvería loco.

Javier estaba en la barra bebiéndose una cerveza cuando se le acercó Begoña.

-       Hola, tío Bueno! ¿Que haces aquí tan solito?, todo el mundo está muy animado, ¿porqué no te vienes? – le dijo Begoña con cautela, su amigo tenía cara de pocos amigos.

-       Hola Bego – Dijo Javier con tono cansado- No me apetece demasiado estar ahí.

-       ¿Estás bien? ¿has discutido con alguien del grupo? – preguntó Begoña sabiendo la respuesta de antemano.

-       No, nada de eso, simplemente no me apetece.- Contestó Javier cortante.

-       Vale, ¿Quieres que lo hablemos? o ¿hacemos como que ninguno de los dos sabemos que es lo que está pasando?- Dijo Begoña mirando a su amigo a los ojos.

-       Prefiero la segunda opción- soltó Javier.

-       Perdona que te diga con todo el amor del mundo que eres un gilipollas!!! – Contestó Begoña empezando a estar cabreada.

-       Hombre! Gracias por el insulto!, ya me dirás a que se debe tanto amor hacia mi. – dijo Javier ofendido.

-       ¿De verdad? ¿de verdad crees que si no hablas del problema desaparecerá? – preguntó Begoña señalándole con el dedo. – pareces un niño.

-       Begoña, déjame en paz, de una puñetera vez.- le espetó Javier.

-       No lo pienso dejar, Tú y yo tenemos una conversación pendiente desde hace unos meses, y te aseguro amiguito que la vamos a tener- Objetó Begoña.

-       No hay nada de que hablar- le gritó Javier.

-       Escúchame Javi, vi tu reacción el día que se desmayó Lucía y desde entonces no he tenido dudas de lo que te pasa y hoy me lo has vuelto a confirmar, lo que no entiendo es lo que estás haciendo, si la quieres, ¿porqué narices no haces algo?, has intentado no verme porque sabías que yo te hablaría de esto y eso no es normal en ti, siempre has luchado por lo que has querido- le dijo Begoña al oído pero con tono brusco.

-       Joder Bego, déjame de una vez- dijo Javier derrotado.

-       Pero Javi, habla conmigo, yo nunca te voy a juzgar, solo quiero que estés bien.- le dijo Begoña.

-       Vale, tú ganas, tienes razón - contestó Javier en un hilo de voz- no se que me pasa con Lucía, no lo puedo controlar y ahora mismo lo único que quiero es partirle la cara al idiota de David.

-       Lo que te pasa es que estás enamorado de ella, no es tan difícil de adivinar.

-       No es eso, yo nunca me he enamorado.-contestó Javier con rotundidad, sin mirarle.

-       Vale, pues siento desilusionarte pero tienes todos los síntomas, así que asúmelo de una puñetera vez.- dijo Begoña sonriéndole.

-       No es tan fácil – dijo apesadumbrado-

-       Todo lo fácil que tú quieras que sea- le soltó Begoña- no seas tonto y lucha por ella, al menos inténtalo. Javi no te reconozco, nunca te he visto reaccionar así con una chica, no lo entiendo ¿Por qué te alejaste así si ya la querías?

-       Bego, es complicado, yo no podía estar con ella.- le dijo visiblemente triste.

-       ¿por qué? Me lo puedes decir, tal vez así entendiera algo- su amigo intentaba no mirarla cuando Begoña se dio cuenta de la razón. – ¿Es por que era gordita? ¿Tu puñetero orgullo no te dejó ir con la persona que querías, cuando esta estaba desmayada, por que era gordita?- No me lo puedo creer Javi- Le dijo furiosa. – ¿Es que es mas importante lo que piensan los otros a lo que tu sientes? Siempre pensé que eras una persona integra, Javi, pero veo que eres exactamente igual que los cenutrios de tus amigos.- Begoña estaba realmente enfadada.

 

Javier no dijo nada, no pudo contestar, sabía que su amiga tenía toda la razón del mundo, se sentía como un verdadero cabrón, y sabía que merecía todo lo que Begoña le decía.

-       Javi, sabes que te digo, tú no mereces que ella te quiera, es una tía fantástica y no merece que un gilipollas le rompa el corazón, y sabes, te puedo asegurar que ahora mismo no le va a faltar pretendientes.

-       Lo sé- alcanzó a decir Javier.

-       Javi, lo siento pero se me han quitado las ganas de seguir hablando contigo, Ya hablaremos otro día. Adiós. – Dijo Begoña marchándose y dejando a su amigo plantado.

 

Javier observó como Begoña se alejaba, sabía que su amiga no había dicho nada que no fuera verdad y que merecía su desprecio. Se dio la vuelta y le pidió al camarero un tequila con el firme propósito de olvidarse de todo aquello.


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