No hay dos sin tres (III) parte 1

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Salí, intenté orientarme como buenamente pude, giré a la derecha.  Recordé que tenía que pasar por todos los bares y bajar las escaleras hasta la playa.  Cuando estaba aproximándome, un pibe que estaba sentado en la terraza de uno de los locales me dijo algo.  Yo ya ni veía, pero identifiqué su acento como colombiano también.  Y como yo tengo el oído conectado al chichi, pues le pedí el teléfono.  No me juzguen, ¿qué podía hacer yo?  Ya dije que tenía mucho sexo atrasado y una nunca sabe dónde puede encontrar un amante de esos que merecen la pena. Bajé las escaleras y allí estaban, sentados en el banco de antes, fumándose el chocolate que les quedaba.  Vacilamos un rato. -Por cierto, qué buenas tetas tienes- dijo el colombiano, sin apartar la mirada de mi escote. -Y son naturales- respondí muy orgullosa mientras tiraba hacia abajo de la camiseta y se las enseñaba.  Los dos asintieron y un guiri que justo pasaba por ahí se quedó aturdido. -¿Qué te parecen?- le dijo J. -No vi- respondió desde lejos, con acento alemán y casi huyendo.  Volví a sacarlas.  Se rió como un tonto, levantó los pulgares y añadió: -¡De puta madre!
JAJAJAJAJAJAJAJAJ.  Nos matamos de la risa y, de nuevo no sé cómo, estábamos parados detrás de los baños; en realidad delante, porque nos encontrábamos al lado de la puerta, pero detrás en relación a los bares.  En definitiva, ocultos...  Me tenían aprisionada contra la caseta.  Uno preguntó que si había estado con dos chicos a la vez.  Yo no respondí porque, evidentemente, no era una pregunta, sino una declaración de intenciones.  Qué tiernos, como si yo no me esperara nada, jijiji.  Empezaron a besarme el cuello y yo, al fin, sentí la satisfacción del trabajo bien hecho, jajajaja.  Siempre que hablo con otras mujeres sobre el tema de tener sexo con dos (o más) hombres, suelen poner reparos.  Aunque algunas se amparan en la falsa moralidad de que estar con uno es normal y con dos es de putas (qué va, si yo lo hago gratis; si cobrara, perdería todo el sentido), yo creo que es por miedo, vergüenza, no sé...  Tal vez les preocupe no saber cómo afrontar la situación.  Qué puedo decir al respecto: para mí, tener a dos postadolescentes dispuestos a darme placer (o a dárselo a ellos mismos valiéndose de mi cuerpo) es un chute doble: calentura y autoestima.  Nada me hace más feliz.  Por no hablar de que puedes estar recibiendo rabo durante mucho más tiempo: si uno se cansa o termina, pues reposa mientras el otro bombea, y así sucesivamente.  La verdad es que no consigo encontrarle el lado malo por más que lo busco, jajajajaja.  En cualquier caso y por sororidad, recomiendo la experiencia a todas las féminas.
(Sigue todas mis historias en www.confesionesdeunapervertida.com)


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