CARTA A UN HIJO, DE UN PADRE AUSENTE.

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CARTA A UN HIJO, DE UN PADRE AUSENTE.

Antes de partir, quisiera encontrarnos,
sin pasar facturas de tiempos pasados
romperlas, quemarlas, darlas al olvido,
y si es que las hubo, darlo por saldado.
 
Charlar solamente, como dos personas,
como dos amigos, pero sin reproches,
sin dejar atrás los remordimientos,
del tiempo perdido, que nos lo quitamos
  
Pensar solamente, que la vida pasa,
que la vida es buena pero al fin se acaba.
por eso no quiero emprender la marcha,
llevando un "te quiero" ahogado en el alma.
 
Quisiera sentarme, conversar contigo,
tomar un café, como dos paisanos,
llevaré a esa mesa perdones pendientes
los cuales no quiero llevar en mi viaje,
 
Charlar de la vida, de lo recorrido
saber lo que somos, pensar lo que fuimos,
tal vez encontremos a quién fue culpable,
¡un chivo expiatorio, llamado destino!!
 
No quiero te obligues por ningún motivo,
llamarme PAPÁ pues, eso no e sido,
PAPÁ, es el que cría y educa a su hijo,
solo dime PADRE me daré cumplido.
 
Prometo no hablarte ni darte motivos
que atenúen mi culpa que atenúen mi olvido,
pero si te digo, dalo por sentado
que este así no a sido, jamás, a existido.
 
Siempre en el recuerdo conmigo e llevado
tu imagen de hijo, de amor concebido,
lo que si lamento haberme perdido,
transformarte en hombre que vida a engendrado.
 
De mi, te diré, que aun estoy sano,
con los avatares que otorgan los años
pero no por eso, me siento acabado,
no puedo negarte que soy un anciano.
 
Aun tengo la fuerza que da el intelecto
saber de la vida lo bueno y lo malo,
entender que solo soy un ser humano
que intentó ser justo, que se a equivocado.
 
Mientras permanezca, no quiero me juzguen,
tampoco yo a nadie le enmiendo la plana
solo hay un  supremo a quien remitirme
solo de el acepto el juzgar mis faltas.
 
Quisiera esta carta llegase a tus manos,
la pondré en el viento, veré si el destino
a quién le endilgamos nuestras frustraciones,
en la cobardía, de no dar la cara.
 
Todos pretendemos ser inmaculados
tener la caratula de honesto y honrado
por nosotros Cristo tuvo su calvario,
dejando  una mancha en nuestro prontuario.

                                    Tu Padre.

Por esta carta pude reencontrarme con mi hijo despues de 16 años de no vernos. Supo perdonarme y me trajo de regalo una hermosa Nieta y una adorable Nuera. LA SANGRE NO SABE DE RENCORES.

 

 


 


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