La niña del bosque (Parte 2)

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Así pasaron muchas semanas. La situación de miedo no empeoro pero tampoco se miraba mejoría alguna. Una tarde busco información en internet. Él no era muy católico, pero encontró unos interesantes pasajes de la biblia, eran una especie de oraciones para alejar  a los malos espíritus. Llegada la noche esperó a que su madre se durmiera y empezó su lúgubre recital-con voz temblorosa-rezo varias oraciones, exigiendo el abandono de su morada a los espíritus infernales que le torturaban en sueños. Pero de pronto se dejó escuchar una carcajada demoniaca y la misma cavernosa voz.

-Aquí estoy Alfred…

Sus cabellos se erizaron y sus piernas temblaban, presa del terror concibió la idea de salir corriendo, pero como un relámpago cruzo la imagen de su madre por su mente, infundiéndole valor para luchar contra algo de otro mundo,  cerró los ojos y siguió rezando, más el espíritu malvado no le dejaba en paz, escuchaba continuos susurros diabólicos en sus oídos.

-Deja de decir estupideces, solo quiero tu alma, dame tu alma Alfred…

El joven intensifico sus rezos incesantemente hasta que aquella monstruosa voz desapareció por completo. Más un rato después de un terrible silencio, se volvió a escuchar la voz infernal.

-Ya eres mío y volveré por ti…

Y con una última carcajada se esfumo por completo. Fue realmente agotador pero una vez pasado, llego una inmensa paz que duraría poco.

A la mañana siguiente, se alisto y se fue al trabajo, muy feliz porque su vida ya se tornaba mejor. Pues su madre había amanecido más risueña, hasta el punto de salir a despedirlo fuera de la casa, parecía que su salud mejoraba. Sin embargo algo terrible pasaría ese día.

Alfred como de costumbre, ya de regreso a casa pasaba a un pueblito, cercano a la fábrica donde trabajaba. Ahí compraba las cosas indispensables para la familia. Aquella tarde, una vez aprovisionado, se dispuso a regresar a casa. Pedaleaba tranquilamente, feliz porque ya era viernes y tendría un buen fin de semana para descansar. Se encontraba soñando en sus pensamientos, pero inesperadamente de la nada empezó a rugir un terrible viento, inmediatamente recordó el primer día y se dio cuenta que era el mismo sonido extraño. Como su madre muchas veces le contó que los remolinos son provocados por él maligno y que si una persona es atrapada, su cuerpo es depositado en una palmera repleta de espinas, entre esos pensamientos se llenó de pánico e hizo que pedaleara más rápido. Con la mirada al frente recorrió unos cuantos metros, más una fuerte sacudida se produjo en su bicicleta y sintió un podrido aliento que le susurraba palabras diabólicas, mientras la presión de unas heladas manos se aferraban a su cuello. Alguien de aspecto monstruoso estaba sentado en la parte trasera.

-Mi Alfred, te lo prometí y aquí estoy- dijo él monstruo disfrazado de niña, a su vez arrojo una indescriptible carcajada cavernosa, repleta de un hedor diabólico que le paralizo las piernas a Alfred e hizo que volcará con todo y bicicleta, dando varias volteretas hasta chocar contra un grueso árbol, donde se desnuco y perdió la vida.

Unas horas después su madre, al no ver llegar su querido hijo, salió en su búsqueda y al encontrarlo,  a la luz de su linterna miro a una niña sonriendo que yacía con la cabeza de su hijo entre sus mutilados brazos, arrullándolo como a un bebe y en él instante le dio un infarto y calló muerta….

Desde ese día vagan dos siluetas, deambulando sin descanso por el siniestro bosque. Y la monstruosidad disfrazada de niña, espera una nueva víctima para obtener su alma…

                   


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