LA PAZ DE LOS TEMPLOS.

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LA PAZ DE LOS TEMPLOS.

Me agrada la paz, que ofrecen los templos,

surcar su ancha nave, admirar sus frescos,

ventanales labrados, que el plomo divide,

telarañas grisáceas, tejiendo vitrales.

Vidriados colores, labrados espejos,

la luz traspasando por sus entramados,

transmitiendo historias, narrando sucesos,

retablos tallados, maderas y yesos.

Pequeñas figuras, adornando altares,

misterio a los ojos, sinfonía muda,  

singular perfume a los sentimientos.

Ver los querubines, espíritus celestes,

contemplar absortos belleza divina,

caminar las alas del solemne templo

diversas estancias, de cruces y altares

siguiendo el vía crucis de Cristo al calvario.

Con catorce cruces o catorce cuadros,

solo una verónica enjugo el sollozo,

aflicción continua de aquel Nazareno,

que por redimirnos ascendió a los cielos.

Sentarme en sus bancos de límpidos cedros,

hundirme en un rezo de intimo respeto,

rogando salud para mis hermanos,

pidiendo el amparo de quienes se fueron.

Bendición divina a quienes llegaron.

rogando al supremo, obre en nuestras almas.

Vivir el silencio, del vacío recinto,

de mirras e incienso, sentir el efecto.

Arcanos, escondidos, ocultos misterios,

secretos que encierran los sagrados templos,

redimir penurias, vejamen, angustias,

buscando la paz que calme el enojo.

¡No importa!!, creyente, agnóstico o ateo,

¿si la PAZ se busca?, se encuentra en los templos.

              Nicolás Ferreira lamaita.


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