Camino

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Inesperados arranques de ternura portando estandartes de compromiso, lejos de panegíricos propios virtuales, por comparecer en la terraza en la que atisbo, el lugar dónde acamparé con mis virtudes. Para sembrar el estilo de mi pensamiento, y descargar nuestras creencias. Vendrás conmigo de la mano, y de la tuya, otro acompañante, haremos del resto lo que necesitemos y tomaremos el aire que preciemos.

Ahora coloco la mano en mi frente para no deslumbrarme, sé que no se encuentra retirado, y con las notas que me animan a discurrir, prenderé mi máquina para no perderme de nuevo, y me embelesaré oportuno como de costumbre. De la misma manera que al descubrirme, y demostraréis lo vuestro, irradiando bondad desmesurada, porque nos compenetramos. Acariciaré tu sinceridad para nutrirme de la realidad y mantener los pies en el suelo, consciente del futuro tangible, de las huellas del dolor acostumbrado, por el cometido para siempre pactado.

Cruzaremos el río sin temor y recogeremos los pétalos que naveguen por el cauce, mansos, reposados; sobre el agua de vidrio, por el que resbalarán las posibles lágrimas derramadas en nuestro viaje, sin mezclarse, sin enturbiar nuestro rastro, pero sintiendo su presencia para no omitir el significado.

No quiero relegar el cosquilleo del temor en lo recóndito de mi naturaleza, nos hace subsistir. Ofrezco mi armadura para quien la necesite, mi comportamiento ordinario no es sustentado por las apariencias. Fragilidad eventual no cuestiona la perseverancia, tan solo demuestra humanidad


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