Memorias de Rusthalia 1: Principio

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    Adam y Lily estaban atónitos, por primera vez veían el mundo de Rusthalia. Todo lo que pasaba por sus ojos era exactamente igual a lo que Skyfei, la guardiana del mundo rusthaliano les decía: flores gigantes, hadas enanas volando a su alrededor como si nada, de vez en cuando algún gnomo que empezaba a correr al verlos,... y una infinidad de cosas indescriptibles.

    Mientras seguían observando, a la vez también seguían a Skyfei de camino al Palacio de Cristal, dónde se reunirían ellos tres con los guardianes de cada membresía. El camino hacia el palacio ya se iba acabando cuando ante ellos se impuso un enorme edificio tan brillante como los propios rayos del sol, del cuál se abrió un gran portón. Los tres sin pensarlo, entraron y las antorchas que colgaban de las paredes se encendieron solas con su presencia. Lily y Adam seguían persiguiendo a la gran guardiana hasta que de repente se introdujeron en un gran salón.

    - ¡Bienvenidos al Salón de los Sades! - les dijo Skyfei orgullosa de que estuviesen allí.

    Los dos estaban sorprendidos, hasta que su sorpresa se eliminó al oír unas voces discutiendo.

    - ¡Los Juegos Mágicos se celebrarán en la Membresía del Aire! - decía uno.

    - ¡No, se celebrarán en la Membresía del Fuego! - decía otro.

    Entonces Skyfei decidió poner orden.

    - Caballeros mantengan la calma, por favor - avisó la guardiana.

    Todos se callaron. Ante ellos se encontraban cinco pequeños guardianes. Eran duendes. La gran guardiana decidió presentárselos.

    - Caballeros, estos chicos que se encuentran a mi lado son los eligidos para salvar a nuestra querida Rusthalia de las garras de la oscuridad - explicó otra vez orgullosa Skyfei.

    Todos los duendes absortos, mirándolos, les hicieron una reverencia al mismo tiempo a los dos.

    Después de la silenciosa y corta presentación, Skyfei siguió con su explicación.

    - Caballeros, nos hemos reunido los ocho hoy aquí, para encomendar a Adam y Lily una serie de misiones para recuperar la Rusthalia que conocíamos, la Rusthalia libre de oscuridad y sobre todo, la Rusthalia protegida por los sades - dijo seria y directa la guardiana.

    En ese momento Skyfei se dirigió hacia ellos.

    - Vuestra misión cosistirá en recuperar los cinco sades robados por la oscuridad y devolverlos a su lugar correspondiente, este pedestal de aquí - nos explicó Skyfei indicándonos el dicho pedestal.

    El pedestal poseía unas incrustaciones con diferentes formas, seguramente para encajar en ellas los sades.

    - La primera parte de esta laboriosa misión será encontrar el Círculo del Agua, el sade acuático, para ello tendréis la ayuda del guardián de la Membresía del Agua, Cleott - nos siguió explicando.

    De repente, unos de los cinco duendes, se acercó a ellos. Era de baja estatura, como todos los duendes allí presentes, toda su vestimenta era de color azul y por su aspecto físico dirían que era el guardián más anciano de todos.

    - Encantado de conoceros, elegidos. Soy Cleott - se presentó el encargado de la Membresía del Agua.

    - Igualmente - respondieron a Cleott al mismo tiempo y con una reverencia.

    - Cleott, por favor, ¿puedes acompañar a nuestros huéspedes a sus aposentos? Mañana a primera hora comenzará vuestra misión. Ahora descansad - pidió Skyfei.

    - Seguidme - les mandó Cleott.

    Lo seguieron, saliendo del Salón de los Sades y dejando atrás a Skyfei y los demás guardianes. De pronto se encontraron en una serie de grandes pasillos. De que pasó un tiempo recorriéndolos, por fin llegaron a una puerta con cerradura y picaporte de oro. Entonces, Cleott, sacó de uno de los bolsillos de sus mallas azules, una llave con el dibujo de una ola. La introdujo en la cerradura y con una pequeña vuelta hacia la derecha, la puerta se abrió lentamente. En ese momento, ante nosotros se alzó un gran dormitorio con dos camas inspirada en el agua. Sorprendente, no podían creer lo que estaban viendo, parecía el fondo marino. Peces flotando por la habitación, nadando, arena de verdad y por consiguiente, toda clase de flora y fauna marina.

     - Bienvenidos a la suite acuática. Que descanséis - les deseó Cleott.

     - Gracias - dijeron agotados los hermanos.

    Cleott se marchó y los dos se quedaron solos en la habitación. En dos maniquíes allí plantados, Adam y Lily encontraron una especie de pijamas muy extraños, acordes con el mundo en el que estaban, que no tenían nada que ver con los de los humanos y que les provocaron risas a carcajadas. Decidieron ponérselos e irse a la cama. Al sentarse cada uno en su cama, descubrieron que eran bastante cómodas y nos tumbamos.

     - Adam, ¿crees que lo conseguiremos? - preguntó Lily a su hermano con preocupación.

     - Por supuesto que sí - le respondió Adam con entusiasmo para calmarla, cuando en realidad él no estaba totalmente seguro.

     - Mejor será que durmamos, mañana será un día duro - pronunció Lily suspirando.

     - Sí... buenas noches - le dijo Adam a Lily, dándose cuenta de que ella ya está en un profundo sueño.

CONTINUARÁ...


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