Un encuentro corriente

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PADRE ANDRÉS.(saliendo de la parroquia). Buenos días Pedro.

PEDRO.(caminando tranquilo). Buenos días Padre, aunque me gustaría saber si de verdad son tan buenos.

PADRE ANDRÉS. ¿A qué te refieres, hijo?

PEDRO. Pues resulta que desde esta mañana, al contemplar el paisaje tan bonito que se veía, he comenzado a plantearme cómo se pudo haber creado tanta belleza.

PADRE ANDRÉS. Está claro, fue nuestro Dios creador quien lo hizo para poder deleitarnos.

PEDRO. Permítame usted dudarlo.

PADRE ANDRÉS. ¿Todavía no te has decidido a arrimarte al seno de la Iglesia y aceptar nuestro vínculo con Dios?

PEDRO. No Padre, y créame si le digo que intento hacerlo, pero no puedo.

PADRE ANDRÉS. Tienes dudas, ¿Verdad? Pregúntame si quieres, quizás pueda resolverlas.

PEDRO. Mejor hablemos sobre lo que no tengo, que es Fe, acabaremos antes.

PADRE ANDRÉS.Eso debes encontrarlo por ti mismo, siguiendo un camino espiritual, no hay otra manera.

PEDRO. Perdóneme Padre, pero he de decirle que dudo mucho que vaya yo a encontrar la Fe sin algún tipo de argumento racional. Y mire usted, que prefiero tener mil dudas rondando por mi cabeza que una sola idea clara, y luego esta sea falsa o carezca de sentido.

PADRE ANDRÉS. Ya sabes que la religión no se rige por la razón, debes creer o no.

PEDRO. Sí, pero, mire los avances científicos, son tantas las cosas que se descubren sobre nuestro origen, nuestra evolución. Por ejemplo la teoría del Big Bang.

PADRE ANDRÉS. Sé lo que es, el Big Bang explica cómo surgió el Universo y sus primeros instantes, ¿Pero de dónde salió esa gran explosión de la cual tanto se habla?

PEDRO. De una divinidad, es lo único que se me ocurre.

PADRE ANDRÉS. Exacto, hasta en tu mente es lo único que da una explicación, solo debes creerlo.

PEDRO(pensativo). Debo recapacitarlo. Quizás algún día me ocurra algo que derrumbe todo mi palacio y al final acabe confiando en un ser supremo, no sé, por ejemplo ver entre maderas a aquella persona por la que daría mi vida, y también la siguiente.

PADRE ANDRÉS. También podrías realizar una peregrinación. Ver las maravillas del mundo y el rastro que ha dejado Dios a su paso pueden ayudarte en tu tarea. Pero sólo te digo que todo hombre necesita apoyarse en algún bastón cuando llega cierta época de su vida, como tú mismo has dicho.

PEDRO. Me lo pensaré, puede que lo haga cuando me llegue la hora del retiro. Y… Padre, me gustaría darle las gracias.

PADRE ANDRÉS. ¿Por qué hijo? No debes agradecer el poder mantener estas conversaciones, al contrario, el placer es mío.

PEDRO. No es por eso Padre, debo darle las gracias por otra cosa, algo que usted me enseñó y por lo cual le estoy agradecido.

PADRE ANDRÉS. ¿El qué?

PEDRO. Amar al prójimo. Aunque no sea del todo creyente y no sepa qué es lo que viene en la otra vida, al menos en esta hay algo con lo que puedo sentirme mejor. Una cosa no quita la otra.

PADRE ANDRÉS. Eres una gran persona, Pedro. Y estoy seguro de que Dios te guardará un sitio a su lado en los cielos, creas lo que creas estando en vida.

PEDRO. Gracias Padre, hasta la próxima.

PADRE ANDRÉS. Ve con dios, hijo mío.

 

 

 


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