Las muchachas morenas

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Un elefante es gigante para una hormiga, una hormiga es gigante para una bacteria, una bacteria es enorme para aquello que no existe.

El amor es una mentira, es una perversión de la búsqueda. C.S. Lewis hablaba de las muchachas morenas, a las que perseguía buscando la encarnación de una María Magdalena.

¿Vas a decirme que no, cuando ni Maria Magdalena existe más allá de la palabra de la Historia, la cual ha demostrado ser falsa en tantas ocasiones? ¿Vas a decirme que Lewis pensaba esto o aquello, cuando para conocer su mente hay que valorarla desde la nuestra?

Vamos a buscar locos, como cuando se escruta el monte en busca de setas.

¡Es raro!

¡Habla extraño!

¡Huele mal!

¿Es un loco, un genio o una seta?

Deja que traiga mi gran libro acerca de enfermedades mentales, que recoge todos los aciertos y errores de diagnóstico desde que se creara el furor uterino.

¿Es varón? ¿Habla con autoridad, aunque de sus labios sólo se escuchen idioteces? ¿Es distinto a todo lo que nos han enseñado que es un hombre, tal como los pelos de Einstein o los misterios de Cristo? ¿Trata a sus semejantes con auténtico desprecio?

Entonces, querido amigo, querida amiga, es un genio hasta que se demuestre lo contrario.

¿Vas a decirme que no, cuando no puede demostrarse lo contrario a la existencia de la Divinidad? ¿Vas a decirme que el genio piensa esto o aquello, cuando sólo puedes acceder a su mente desde la tuya?

Tu mente, llena de limitaciones y vendas, herida por tu conducta y el cinismo de una sociedad plutónica, que devora a sus propios hijos. Ah, ese bulto nervioso y palpitante, de clase baja, alta o media, que busca al redentor, temeroso de convertirse en uno él mismo, horrorizado ante la idea de demostrar su arrogancia innata.

Los locos, los genios, los libertadores y los gobernantes, ninguno existe más allá de tu percepción y tú, educado en el empeño de, una y otra vez,  buscarlos en el otro, ignoras que gritan desde tus entrañas.

Tú, nosotros, que buscamos las muchachas morenas en cada piel que sentimos, perdidos en el limbo que separa la mentira de la verdad. Conoce, que, como los locos, nada existe, todo es ilusión y que los ídolos son hijos de un demiurgo degenerado, que ha perdido la capacidad de amar su obra.


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