Pasiones de una tarde lluviosa

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Era mediodía y la lluvia caía sorpresivamente por lo que no iba protegido, yo corría para llegar a mi casa, mi ropa ya estaba empapada y mientras corría escuché que me llamaron desde una casa, ¡entra! me dijeron, y sin pensarlo entré a la casa.

Quien me llamó era una chica joven, de piel morena, acinturada, con cabello ondulado y oscuro, con un rostro de rasgos suaves que la hacían verse realmente linda. Ella dijo llamarse Alejandra y estar sola en casa, estaba por comenzar a comer y me ofreció acompañarla mientras se secaba mi playera y pantalón, me prestó ropa de su hermano, yo acepté sin imaginar lo que estaba por suceder.

Platicamos un poco sobre ella, sobre mí, entonces supe que ella vivía sola con sus padres y hermano y ellos no volverían hasta la noche. Pasó el tiempo y debía irme, pasé al patio por mi ropa y me la puse, al salir no la vi pero la escuché llamarme desde su recámara para entregarle el pantalón de su hermano, la encontré recostada en su cama y cubierta por unas sábanas, se levantó para despedirme, dejando caer las sábanas y descubriendo su cuerpo totalmente desnudo. Me quedé inmóvil, se veía espectacular. Pude apreciar todo su cuerpo a detalle, era poco delgada pero tenía todo bien distribuido, sus senos bien formados sin ser demasiado grandes, unos pezones apenas mas oscuros que su misma piel, que solo resaltaban por la sombra que dejaba lo excitados que estaban, una cintura bien marcada y un abdomen definido que volvía todo el conjunto perfecto, caderas bien formadas y un tanto anchas, sus nalgas eran de buen tamaño y muy redondas, las piernas bien torneadas eran un deleite a la vista.

Para ese momento yo ya tenía una notable erección que ella notó de inmediato, se acercó a mí. La tomé por la cintura haciéndole sentir mi miembro que clamaba por ella. Me quitó poco a poco la ropa, primero la playera, nos enredamos en un juego de besos y caricias que parecía no tener fin. Continuamos con el pantalón que desapareció en segundos junto con el resto de mi ropa. Ella comenzó a pasar mi miembro por su boca, pasaba su lengua por su punta, lo lamía, besaba y succionaba, una y otra vez, después de unos minutos la tomé por la cabeza y la hice llevárselo hasta lo más profundo de la garganta, continuó con lo mismo. Después tomó el miembro y lo llevó a sus senos, lo puso entre ambos y los movió con las manos, mientras yo pasaba mis dedos por su vagina y su clítoris. Ambos estábamos cada vez mas excitados y yo cada vez mas cerca de venirme, bajamos el ritmo para seguir jugando.

Nos besamos y acariciamos unos momentos, yo le besaba el cuello y ella daba gemidos de placer, ella me besaba los oídos y yo me excitaba cada vez más, finalmente no me pude contener y la tomé por la cintura y llené su húmeda y excitada vagina con mi miembro duro y firme, una y otra vez, se dejó caer a la cama, facilitando el acto, mientras yo le besaba los senos y ella me tomaba del trasero empujándome mas y mas. No sé cuánto pasamos así, porque fue como si el tiempo se detuviera, hasta llegar al éxtasis casi al unísono. Lo hicimos una y otra vez durante el resto de la tarde, de diferentes maneras cada vez más excitantes. Una vez terminamos me retiré antes que sus padres llegaran. Desde entonces no pierdo la oportunidad de hacerle una visita y sumergimos en un mar de gozo y placer secreto sin igual.


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