Mano Negra. - Capítulo 18

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- Ok, lo que tu digas, pero déjame entrar sola primero, ¿de acuerdo?

- No me hagas ningún truco.
- Que no, pesado. Quédate aquí 5 minutos y cuando te llame entras.

Amanda pulsó la piedra que corría la pared y entró en el lugar.
- Amanda, ¿por qué querías verme?
- Verás, he hecho averiguaciones sobre Will.
- Cuéntame, ¿qué sabes?
- Que todo lo que cuenta es cierto. No miente en ninguno de los aspectos...
- Oh, ¿crees que es de fiar?
- Sí, lo creo firmemente, además de que... ahora está viviendo conmigo.
- ¿Contigo? ¿Cómo?
- Boss, no tiene casa desde que quemó la del doctor y la otra noche lo siguieron dos tipos y por casualidad entró en una casa abandonada que era la mía y me sentí en la obligación de protegerlo. Es un chico de fiar, se lo digo yo.
- Te creo Amanda. Tendremos entonces que considerar a Will no como un testigo sino como un aliado, ¿verdad?

- Sería lo mejor.
- Bueno Amanda, creo que ha llegado la hora de que te cuente yo algo. Espero que estés preparada.
En ese momento, vio por primera vez a su jefe levantarse del asiento y ponerse de pie, de todas maneras, seguía aún de espaldas.

Un ruido comenzó en la pared por la que había entrado Amanda y apareció Will, justo en el instante que el boss se dio la vuelta.
- Oh, Dios mío,-se sorprendió Amanda-.
- ¡¡¡DOCTOR!!!-gritó Will-.

Will se fue a por el doctor con ganas de matarlo pero antes quería alguna explicación convincente del por qué de todo aquel montaje.
- Tú, gilipollas de mierda, ¿qué coño te pasa en la mente doctor? ¿A qué juegas?
- Puedo explicar todo esto.
- Te lo explico yo que seguramente será más fácil de lo que tú lo vas a explicar.
- Pero...
- Tú te haces pasar por psicólogo y con esa excusa reclutas a gente que te pueda servir, como pasó conmigo; y luego está esta labor, que te haces pasar por bueno y tal porque te sientes mal y haces que vas a por los malos, pero lo único que tienes es engañada a toda esta gente, a Amanda, al pobre Eddie... ¿Me equivoco?
Mientras tanto, Amanda miraba la conversación atónita.


- Totalmente. No sabes de lo que estás hablando. Si por un momento me dejaras...
- ¿Que te deje? Te he dejado que me manipules todo lo que quieras. Te voy a hacer una pregunta: ¿Louis sabía todo esto o también lo tenías engañado?
- Will, escúchame chico...
Sin embargo, la rabia lo consumía y cada vez que intentaba intervenir el doctor lo interrumpía...
- No, escúchame tú un momento. Ahora Amanda y yo nos iremos de aquí y desapareceremos para siempre. Nada de esto ha ocurrido y toda la información de Al-Qaeda, si es cierto, no saldrá de esta habitación. ¿Queda claro?

- Clarísimo todo, pero antes déjame hablar con momento que no me has dejado explicarme.
- No me hace falta ninguna explicación y menos por tu parte. Vámonos Amanda.
- Will, déjalo explicarse,-dijo Amanda-, no lo has dejado hablar.
- Bien... ¿Qué tienes que decir en tu defensa? Si es que tienes...
- Yo no soy el doctor... Soy su hermano gemelo.

- Jajajajaja, venga ya hombre ¿y te crees que me lo voy a creer?
- Tengo pruebas y te las puedo mostrar ahora mismo.
- ¿De verdad? Entonces muéstranoslas.
Amanda mientras tanto se mantenía callada.

Salieron del escondite y ya era de día. El doctor o su hermano gemelo, como él decía, comenzó a caminar.
- Seguidme.
- Hermano del doctor,-dijo Will con tono burlesco-, ¿dónde nos llevas?
- Ahora lo veréis.
Finalmente, iban hacia la antigua casa del doctor, aquella que Will había quemado. Una vez allí, se metieron entre unos árboles y ahí miraron hacia donde estaba la casa, o lo que quedaba de ella...

Para asombro de Amanda y Will, ahí estaba de espaldas a ellos un hombre, y dicho hombre era el doctor. ¿Decía este hombre la verdad?

Verdaderamente ese hombre era el doctor, el cual estaba observando lo que le quedaba de su casa.
- He perdido absolutamente todo. Pero esto no va a quedar así, jeje. Esta gente se va a enterar de quien soy y con quien colaboro.

Mientras tanto, el hermano del doctor, el boss, miraba hacia el cielo y pensaba cómo habia llegado a tal situación en la que se encontraba con su hermano.


Una vez enseñado la prueba a Will y Amanda de que el boss decía la verdad, Amanda lo invitó a su casa para que allí charlaran más distendidamente.
- Boss, siento lo ocurrido.
- No te preocupes, es normal que reaccionaras de esa forma. Al fin y al cabo, yo no os he dado ninguna explicación y siempre me he mantenido oculto.
- Lo que yo no entiendo es cómo dos hermano gemelos, que se suponen están más unidos que cualquier otro hermano, han llegado a esta situación.
- Es muy simple.

- Tendríamos alrededor de unos 24 o 25 años y estábamos viviendo los dos juntos en un apartamento. Ambos estábamos en la universidad con la diferencia de que yo iba y el no. Tenía unas amistades que a mi personalmente no me gustaban, ya que la mayoría eran ladronzuelos, pertenecientes a bandas peligrosas y gente de la que no fiarse.
- Dios...
- Intentaba hablar con él pero no me escuchaba, pasaba de mí y cada día que pasaba lo veía más como ellos y menos como nuestros padres nos habían educado.
- ¿Cómo solucionasteis el tema?

- Llegó un punto en el que sus amigos entraban en casa, hacían fiestas, bebían, tenían sexo, incluso los vi vendiendo drogas y armas de contrabando... Ahí fue cuando me planté delante de mi hermano y le dije que no lo quería ver más con esa gente y que eligiera entre sus amigos o su hermano.
- ¿Eligió a sus amigos?
- Pues no me respondió, lo que hizo fue sacar una navaja y apuñalarme en el estómago.

- ¿Que te... apuñaló?
- Sin mediar palabra.
- ¿Cómo sobreviviste?
- Mi hermano se fue de la casa y me dejó solo tirado en el suelo. Por suerte estaba cerca del teléfono y logré alcanzarlo para llamar a Urgencias.
- Gracias a Dios. Nunca me pude imaginar que llegara a hacer algo así, y más con su propio hermano.
- Una vez que me recuperé, me alisté en la marina, y 10 años más tarde fue cuando me enteré de que el gran psicólogo y psiquiatra Doctor Mcwire había llegado a la ciudad de Nueva York. Como era un alto cargo, pedí el traslado y me cambiaron de puesto, a uno más bien político en Nueva York. Desde entonces, estoy luchando contra la labor que él está llevando y 20 años más tarde, ya con 55 es cuando más progresos estoy haciendo y todo gracias a ti, Will.


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