Estos días que vivimos

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Enviado el , clasificado en Amor / Románticos
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Estabas tres butacas más allá de la mía, en esa mañana calurosa que empapaba nuestras espaldas en la cafetería. Acodada cerca de una nevera de esas pequeñas que proveen de bollería industrial o de tapas destapadas hacías que mirabas el periódico, pasando las hojas rápidamente sin dejar de cerciorarte si yo te miraba o no, fumando pausada, como si nada te importase, como si el resto del mundo no fuera contigo. “Se te va a enfriar el café con leche”, pensé, y estuve a punto de jugármelo todo a una excusa que intercediera por los dos. Pero me callé. Terminaste el desayuno y te levantaste trayendo hacia mí ese olor a hierbabuena y menta, deseando que pasaras por mi lado para sentir tu presencia codo a codo, ritmo a ritmo. Y pasaste por mi lado, vaya si pasaste, lo noté como agua fresca en ese horno que se caldeaba, porque al envolverme con tu olor dijiste esas seis palabras: “Se te ha caído un papel”, y seguiste de largo. Miré al suelo y lo reconocí desde arriba: era un folio con poemas que había escrito en alguna sala de espera, folio que me ruborizó y que recogí al instante. Debajo de todos los poemas, habías escrito en rojo, sin que yo me enterara: “Increíble. Nos volveremos a ver. Estoy segura”. Desde entonces desayuno tres butacas más allá de la tuya y dejo una hoja en el suelo llena de poemas para que, cuando vuelvas, me des tu visto bueno.


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