Encuentro con un astronauta (Parte I)

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El calor era extremo.  William abrió la nevera, tomó la jarra llena de agua y vertió el líquido hasta rebosar el vaso.  Término con el agua mientras caminaba de la cocina hasta la sala.  Su hijo Luis estaba allí de rodillas sobre un mueble, observando inmóvil, el exterior a través de la ventana.

-¿Qué tanto miras Luis?

Se acercó y divisó a través de la ventana la imagen de un hombre con traje espacial, acercándose.  Pensó que seguramente sería un loco, así que le indicó al pequeño que subiera a su cuarto por un rato. El chico obedeció sin reproches y corrió a su habitación para jugar con su colección de naves espaciales. 

El hombre del espacio se aproximaba al jardín frontal y William se disponía a salir para ubicarlo, si es que estaba perdido. Cuando abrió la puerta sintió de inmediato el sofocante calor. El astronauta se detuvo por pocos segundos y levantó su brazo en señal de saludo. William hizo exactamente lo mismo mientras que el astronauta ya atravesaba el jardín. Ambos estaban a menos de un metro y estrecharon sus manos. 

-          ¿Pero qué hace usted vestido así? Faltan meses para el invierno –bromeó William -¿Qué hace usted disfrazado de astronauta?

-          Esto es realmente sorprendente. ¿Quién lo hubiese creído? Humanidad a miles de kilómetros de distancia. – mencionó el hombre del espacio a un volumen casi indetectable debido a su casco.

-          Realmente no quiero ser hostil, así que dígame ¿Qué es lo que quiere?

-          Un español tan entendible como el de cualquier latino – comentó el astronauta chequeando su comunicador- ¿Por qué carajos no aparece la señal? ¿Se habrá dañado el radio? Pero si enciende a la perfección.

-          ¿Aun no me ha respondido?

-          ¡Ah claro! Discúlpeme, es que estoy realmente intrigado

-          ¿A que se debe? ¿Estará más intrigado que yo?

-          He recorrido el espacio más kilómetros de lo que puede imaginar. Vengo del planeta Tierra, tercer planeta del sistema solar-  dijo el astronauta señalando hacia el Sol – Seguramente no tenga idea de lo que le estoy hablando. Seguramente ustedes identifiquen esta información con otros nombres o códigos…

-          Mis dudas ya están resueltas, usted definitivamente no está cuerdo. Solo por resaltar lo obvio, usted se encuentra en el planeta Tierra.

-          Pero…

-          ¿Qué es lo que desea?- interrumpió en un tono un poco alto.

Si estuviera de mal humor, William seguramente entraría y le cerraría la puerta en la cara. Ahora, solo se limitaría a ofrecerle agua y dejar que el demente siguiera su camino lejos de su casa. No dudaba que en algún momento el hombre se tornara agresivo

-          ¡Carajo! ¿Que le pasa a esta radio? ¿Porque falla en estos momentos? Gringo cobarde, debería estar grabando esto. ¿Por qué no me acompañaría? Estoy seguro que  sabe algo acerca de esto - maldecía el astronauta. Pasó de un tono hostil a un tono más agradable–  Perdóneme, aun no me he presentado. Me llamó Gustavo

-          Mi nombre es William ¿Quiere agua? Hace bastante calor.

-          Agua… -Gustavo aun no lograba procesarlo

-          Le serviré un poco

Gustavo buscaba un frasco de muestras en su bolsillo.  “El hombre tendría que quitarse el casco y así  podría conocer su rostro”. Pensó William camino a la cocina. Cuando abrió la nevera logro ver de reojo que el astronauta no solo había ingresado a la sala, sino que también estaba de rodillas acariciando el sedoso cabello de su hijo, quien sostenía un cohete de color rojo. Después, todo sucedió muy rápido. William estaba a punto de advertirle a Gustavo que se le alejara de su hijo y saliera de su casa, pero cuando iba a alzar la voz, vio que su hijo había tocado un un botón en la parte lateral del casco del caminante espacial; la pantalla negra que ocultaba el rostro de aquel hombre, se abrió. El astronauta empujó con brusquedad al niño, el cual impacto su cabeza contra la pared. William soltó la jarra de agua, tomo un cuchillo y se dirigió amenazante hacia Gustavo.  El astronauta trataba de ubicar el botón que cerraba su casco, pero en medio de su desesperación no lograba accionarlo. Lo angustiaba quedarse sin oxigeno o morir por la radiación. Corrió hacia William y logró apoyar sus manos en los hombros de esté. El cuchillo atravesó las capas del traje espacial y el abdomen de Gustavo, lo dejo caer al suelo y un charco de sangre fluyo rápidamente sobre la madera.

 

 


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