EL METEORITO

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                                                El meteorito

                                                Cuento corto

José López, como acostumbraba hacerlo, en las diáfanas  noches de invierno de la Patagonia austral, miraba el cielo estrellado que en este momento parecía particularmente brillante.  Aunque, cansado por las varias horas de clase de física y química  que dictaba en la escuela secundaria del pueblo y las pruebas que terminaba de corregir. Se le caían los parpados fatigados,  pero no dejaba de admirar y sentir ese placer estético y gratuito que se le ofrecía en ese celestial escenario que hoy parecido montado para él. De repente como surgido del cinturón  de la constelación de Orión (las tres Marías) pareció desprenderse un trazo luminoso que acompañado de un agudo silbido termino  con un golpe seco incrustándose en el césped de su jardín a unos pocos metros de donde estaba sentado. Un extraño olor indescriptible, terminó de despabilarlo. Se incorporo y fue hasta  una pequeña voluta de humo que señalaba el posible lugar de caída de eso que seguramente era un micrometeorito. El pequeño  agujero en el césped cubierto de escarcha, parecía un pequeño cráter del  que salía un tenue humo blanquecino. No se veía nada más. Intrigado fue en busca de una linterna y al iluminar el área vio que  el cráter tenía unos veinte centímetros de diámetro y no se veía el fondo por el humo que seguía saliendo, ahora a la luz se veía de un tono blanco azulado. Tomo un palo de escoba para apreciar cuan hondo podía ser y el palo se hundió casi todo en eagujero. 
Su curiosidad era mucha, pero más lo era el cansancio. Era viernes así que decidió dejar para mañana encontrar lo que había perforado su césped .No  trabajaba los sábados y tenía todo el tiempo del mundo. Desarmó su telescopio de astrónomo aficionado, lo guardo en su estuche y se fue sin más trámite a descansar  trámite se fue a dormir.
Se relajó en su confortable y abrigada cama, dejó los libros que estaba leyendo en su mesa de luz sin tocar, apagó el velador  y dejo que su mente vagara por donde quisiera ir y por allí se fueron. Le apareció  de pronto una especie  de pantalla en la intimidad de sus pensamientos como si  se estuviera  desplegando sobre ellos. Así  fue cubriendo de a poco la hermosa imagen de Sara en biquini en la playa en el último verano, la arena, otros pensamientos que deseaban entrar en el escenario… En un momento quedo solo la pantalla blanquecina totalmente desplegada con reflejos azulados como preparando el ambiente para proyectar una película tapando sus pensamientos y recuerdos. La pantalla o lo que fuera eso se iluminó suavemente y apareció sobre ella algo así como una intrincada sopa de letras que se movían como en los cuadros de un crucigrama,  como si quisieran acomodarse para que tuvieran algún sentido para el cansado  cerebro de José. Las letras al fin terminaron formando este mensaje.

“No toques nada, deja lo que cayó del cielo como está. No entenderías     si se te explicara de qué se trata, esta más allá de tu comprensión. Solo se te dirá que el objeto enterrado en tu jardín es una ayuda para que los hombres ejerciten la caridad, la solidaridad, que se sientan más generosos, más sinceros… Todas las personas que lean este relato recibirán un poquito de esta ayuda y serán un poco mejores personas, serán un poco más felices…”   

Al despertar a la mañana siguiente como siempre hacia fue a ver su jardín y encontró algo que no estaba antes; en medio de la escarcha del mes de julio, en medio de su césped había crecido una hermosa planta con muchas flores pequeñas de cinco pétalos. En su centro había un pentagrama resplandeciente de colores variables en cada flor, blanco amarillo, azul claro. Supo que era una “No me olvides”  que crecían en grupo compartiendo y potenciando su solidaridad. Sus semillas pequeñas son dispersadas por el viento y que crecen hasta entre las piedras.  No pensó en ningún porque, cuando, ni como.  Si se  sintió más feliz  y también supo que el viento fuerte de la Patagonia llevaría muy lejos esas pequeñas semillas de “no me olvides”  con su recordatorio de ser mejores,  y que crecerían hasta entre las piedras.

Sergio Pellizza
Febrero 2015


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