Perritos de Carretera

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Cierto día se me ocurrió tomar el auto para llevar a mi hija a un pequeño paseo por el bosque, empacamos algunas cosas y nos lanzamos a la aventura. Pasadas unas horas rodando por la carretera, la niña miró por la ventana y comenzó a contar -uno, dos, tres- se detuvo hasta ese número y guardó silencio, pasaron unos diez minutos y continuó con su conteo ascendente -cuatro, cinco, seis, siete- nuevamente se detuvo, miraba expectante el camino mientras cantaba lo que sonaba en el radio del auto. Unos treinta minutos más tarde volvió a contar desde el último número y así llegar hasta el 21.   

No sabia si era algún juego de carretera en solitario que había inventado en ese momento pero antes de que pudiera indagar sobre que era lo que estaba contando me dijo - hay muchos perritos aplastados en el camino, hasta ahora he podido contar 21 pero estoy segura que hay muchos más, porque no puedo ver los que están de tu lado ¿cuantos has podido contar papá?-

-No muchos- respondí -tengo que estar atento mirando el camino, aunque si pude ver dos o tres de este lado- 

La pequeña se alzó de hombros y contó un poco más. -Pobrecitos, ojalá los coches nos los atropellaran-   

Es difícil poder explicar a un niño situaciones en las cuales son muy sensibles a sucesos que aún les son incomprensibles, por lo que traté de ser lo más sensato posible.   

-Mira hija, estos perritos a lado del camino pueden parecer desafortunados pero hay una razón por la cual están en este lugar; en la mitología prehispánica se creía que si eras bueno con los Xoloitzcuintles, al llegar la hora de tu muerte uno de esos perros te ayudaba a cruzar el río Apanohuacalhuia el cual era la frontera entre este mundo y el de los muertos.  Parecido a esa creencia, están los perros de la carretera. Cuando las personas son malas con los perros y llega el día de su muerte, estas no van directo al otro mundo, eso sería un destino muy piadoso para esos abusivos. El dios de la muerte los transforma en un perrito de carretera y los lanza al camino sin otro fin que el de morir arrollados por un auto,  pero ese no es el fin para ellos, cuando son golpeados y mueren instantáneamente se transforman en otro perrito de carretera que está condenado a ese mismo destino, si tienen suerte, mueren de un doloroso golpe y regresan al camino y en los casos más desafortunados sufren la agonía de los huesos rotos y los órganos destrozados durante horas o días hasta que su cuerpo no soporta más y mueren, dando lugar a otro nuevo cuerpo al que no le espera otro destino que el de morir en el camino en un ciclo de 100 años sin descanso. Una vez que el alma de aquel desdichado se arrepiente de lo que hizo en su vida humana lo único que le espera es el infierno. Así que, aunque parezca triste no te compadezcas por ellos, piensa que en el fondo se lo merecen por ser malos con los animales-  

No sé si mi hija entendió lo que quise decir, pues esa historia me la contó mi padre en una situación similar y aunque pueda parecer una mentira, al menos estoy seguro que ella será buena con los animales así como lo he sido yo después de haber escuchado la historia de los perritos de carretera por primera vez.


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