Inviernos

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Enviado el , clasificado en Amor / Románticos
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Gritas tantas cosas con los ojos, incluso pueden hablarme cuando están cerrados. Transmiten la misma calma tensa de veinticuatro horas cada treinta inviernos.

- No duermas, por favor, no duermas –te digo-. Quiero contemplarte, reconstituirte, beberte, devorarte, consumarte y revivirte.

¿Qué nos hechiza del otro? –cuestionas- , ¿fue mi voz?, ¿tú cabello?, ¿o es el incierto?, ¿la adrenalina?, ¿eso que nos arde en el pecho?

No lo sé, pero hay algo cierto, y es que me desenmarañas, me desdoblas, me lees al revés y también por el derecho.

Escucho el ruido de tu palpitar sempiterno.

Es un reloj que ajusto intentando que las horas sean menos.

¿Escuchas el murmullo que hay en la calle? Solo es ruido cuándo no te tengo.

En cambio, y si estás aquí, es sonido edificador, resonancia de antigua civilización, base y fundamento.

Ser mitológico, llevas en la mano el laberinto de mis pasos.

- ¿Qué pasaría si no vuelvo el mes entrante? –me atrevo-, ¿me buscarías?

Es fácil –sentencias-, no se busca algo que se lleva dentro.

Bruja y animal cósmico, me escrutas el alma y me lees el pensamiento.

Eres la luz solar que se filtra por las persianas del departamento.

Vienes con la nebulosa ambulante trasfigurada en el humo del incienso.

Te amo en donde habitas y también en donde no te llevo.

Eres de aquí, muy de aquí, yo de allá, tan de allá que te sueño despierto.

Irreparable pérdida de todos los días y en todo momento.

 

-¿Estamos condenados a la nada? –digo-, tal vez es mejor no exponerlo.

Aunque no lo digas, lo sé –respondes-, sé todo lo que hay en tus silencios.

Es hora de irse –confirmo-, será la siguiente vez, ya lo hablaremos.

¿Amor? –preguntas-, ¿qué dirías de nosotros?

Amor -respondo-, somos el borrador de un mejor cuento.

 

Nota: El texto se desarrolla en una ciudad futura. Cada mes, durante veinticuatro horas, los habitantes tienen el derecho de acudir a las “cápsulas de felicidad”, ahí pueden correr, jugar, encontrarse con los amigos, ser libres...

El gobierno compró las cápsulas para "procurar" a los ciudadanos, toda vez que las jornadas laborales son de 16 horas diarias sin descanso semanal; estas normas fueron acordadas con los empresarios en el tratado de Tokio, estas normas buscan recuperar la pérdida económica que se sufrió a raíz de una pandemia que el gobierno mismo creó en el pasado. Los aviones fumigan las calles diariamente con lo que la gente llama “nieve antibacteriana”, de ahí que a cada día se le llame invierno.

El protagonista de la historia acude a las cápsulas de felicidad para dormir, esa es su meta de todos los días: vivir las siguientes veinticuatro horas cada treinta días en las que nadie puede controlar sus sueños.

Solo así puede encontrarse con ella, solo así existen al mismo tiempo. 

 

Gracias por leer. Luchemos.

 

- Nos quieren en soledad, nos tendrán en común.

Runrún, Nacho vegas.

 


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