Si una foca se ríe es para preocuparse de verdad.
Por Cipriano Lorenzo de Ara Rodríguez
Enviado el 05/10/2021, clasificado en Drama
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Mateo es grasiento. Una foca que se acostumbró a no tener que depender del agua. Sí de la cerveza. Lo quiero pero anoche decidí que voy a matarlo. Lo sabe. Desde que lo sabe no para de reír. Mea, caga, bebe, come, escribe, ríe. Llamó a su ex mujer para decirle que Lorenzo lo va a matar. ¿Quién es Lorenzo?
Mateo se enfadó con ella porque no recordaba que me había conocido en la cena de la pasada Navidad, en la casa de sus padres. Pero es que había un millón de invitados, Mateo. A Mateo le daba igual la cifra. Lorenzo esa noche fue el protagonista, Alicia. Recuerda que se desnudó y se tiró a la piscina llevándose con él a tu madre. Recuerda que casi te ahoga con el beso más largo de la noche. Recuerda que medio me mosqueé porque te metió la lengua hasta el pulmón derecho y, aunque hacías maniobras de guerra para quitártelo de encima, la lengua de este hijoputa seguía dentro. ¡Coño, no sé cómo puedes olvidar esas cosas!
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Mateo, pero trabaja. Tiene una pequeña editorial y es el dueño de una televisión privada que echa mucha mierda y películas de Corea de Sur. Antes lo pasaba pipa cuando le permitían echar porno. Mantiene currando a una serie de personas que intentan sacar un informativo por la tarde, haciendo también dos o tres programas al día para entretener, supongo, a eso que llaman audiencia. La editorial es otra cosa. La editorial es una prolongación de Mateo. No es mala, pero es un negocio ruinoso. Lo de ruinoso le importa muy poco. A Mateo se la pone dura que muchas mujeres tengan la editorial como la casa de los pecados inconfesables.
Has visto, Lorenzo, no hay un párrafo pornográfico, pero este libro de J.M., en fin, quema, la hostia. ¿Ya lo leíste?
Sí.
¿Y la polla? ¿Cómo te dejó la polla?
Marqué la página 22, la 89, la 55, y todo el capítulo 59.
¿Y la polla?
Fue un día de corridas memorables.
¡Ese es mi hombre!
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Mateo se levantó temprano. Me despertó.
Oye, tío, que hoy tienes que matarme. ¿Lo has olvidado?
No.
Otra vez a reírse. Se preparó el desayuno.
Me metí bajo la ducha y como todos las mañanas una paja para comenzar bien el día.
Desayunamos juntos.
Anoche terminé de leer tu libro.
Tú no deberías leer esas cosas, Mateo.
Mámame la polla, cabrón, ¿quieres? Es un buen libro. Te lo publicaré. Ya sabes que no lo leerá nadie.
Tu mujer sí.
Y mi madre.
Y tus dos hermanas.
Y tu hermana, Lorenzo. No olvides a tu hermana.
¿Y si nos equivocamos?
No lo leerá nadie, pero es lo mejor que has escrito en mucho tiempo.
Tienes razón, es muy bueno.
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Se marchó para pasar un par de horas en la editorial. Luego también pasaría por la tele para soltar cuatro gritos a los empleados; siete u ocho. Regresaría a casa antes del almuerzo.
Vale. Después del almuerzo te mataré.
Cojonudo.
Buscaré con qué hacerlo.
Un martillo.
No.
Un cuchillo de cocina.
No.
Tírame la nevera encima.
Puede.
Si una foca se ríe es para preocuparse de verdad.
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¿Qué importancia puede tener para ustedes saber cómo lo mate? Lo maté. La policía al llegar al piso encontró mucha sangre. Les expliqué que era mi primer asesinato y estaba nervioso, y Mateo no paraba de correr por el piso. Gritando, llorando, riendo, sobre todo riendo.
¿Por qué lo ha hecho?, preguntó una policía venezolana o colombiana o ecuatoriana o boliviana. De por ahí. Fina de cara. Tenía un buen polvo.
Él decía, ya muy jodido y con pocas fuerzas, que lo estaba haciendo para quedarme con Alicia.
¿Quién es Alicia?
Alicia es su ex mujer. Lleva muerta desde las navidades pasadas, aunque él hablaba con ella todos los días.
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Un minuto después, quizás menos, comenzaron a tratarme como a un vulgar asesino. Qué cosas.
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