Siempre Hay Que Recordar Hablarles

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Corría el año 1967 en plena  temporada de frio, aquellas de antes del calentamiento global y el cambio climático, hubo una tormenta de nieve en el vecino estado de Durango al finalizar el año, sobre la carretera que va de la ciudad de  Durango a Mazatlán, hay un poblado que se llama Cruz de Piedra, es muy pequeño, como no tiene ni gasolineras, las personas que recorren ese tramo nunca se detienen, el poblado está a 2500 metros sobre el nivel del mar, y a pesar que está cerca a la costa, esta carretera es muy fría por estar a una altitud elevada, entre los conductores de años le llaman el Espinazo del Diablo por lo complicado de su recorrido, hay muchas curvas y neblina por ir casi a la altura de  las nubes, lo que la convierte en peligrosísima.
 Las personas del pueblo solo conviven entre ellas, a pesar que muchos vehículos y camiones están pasando por enfrente de ellos, es muy monótono todo el tiempo, solo de  verlos ir y venir sin detenerse ni por cacahuates. Esporádicamente alguien llega a pedir auxilio por una descompostura u otro problema,  o la ponchadura de alguna llanta. En una ocasión una pareja de biólogos que vivían en la capital, pararon a pedir ayuda, porque a su carro se le había ponchado una llanta y el conductor no tenía la fuerza ni la habilidad para cambiarla, así que fueron a pedir auxilio, además para resguardarse del frío En una de las casitas les dieron posada primeramente, luego el papá con su voz de autoridad ordeno a su hijo al que  apodaban “Tiros” fuera a cambiar la llanta averiada, este inmediatamente obedeció a su padre y recibiendo recomendaciones del abuelo, papá de su mamá, se marchó con algunas herramientas y las llaves del carro para buscarlo en el punto que le habían indicado que esta el vehículo. En la casa estuvieron platicando poco por la cuestión que no había muchos temas en común pero la señora dueña de la casa, sin preguntarles, les sirvió una taza de chocolate, de ese hecho con tabletas y con molinillo para hacer espuma. Así somos los mexicanos con los extraños normalmente, muy hospitalarios, como una hora después llego “Tiros” con la llanta ponchada, pidiéndole autorización para llevarla a la vulcanizadora del pueblo, el biólogo le autorizó con la cabeza y metiéndose la mano a su bolsillo le mostró unos billetes como para que escogiera lo necesario para repararla, el tomo un billete de 10 pesos que era lo necesario y rodando la llanta se fue “Tiros”, siguió la plática alabando la disponibilidad del muchacho y lo despierto que era para resolver situaciones, el abuelo hizo varios comentarios en donde se podía ver que estaba orgulloso de su nieto “Tiros”.
Una hora después llego a la casa el muchacho aclarando que todo estaba arreglado, entrego las llaves y frotándose las manos para calentárselas y como señal que tenía hambre, se sentó en la mesa, escuchó que los biólogos agradecían tanta amabilidad, prometiendo que de regreso de sus vacaciones llegarían para ver si era posible llevarse al muchacho a vivir con ellos, a la ciudad de México, para  buscarle un futuro más prometedor, además ellos tenían una quinta muy grande que necesita muchas reparaciones frecuentemente, así que era ganar-ganar si se iba con ellos.
A los 10 días y con menos frio llegaron los biólogos, para recoger al muchacho “Tiros” para que se fuera con ellos, él ya tenía su maleta lista desde hace dos días por la ilusión que le generaba tan buena propuesta de cambiar de vida, sus padres tristes pero a la vez contentos por su partida, solo lo bendijeron y le hicieron recomendaciones, que se portara bien, el abuelo se acercó al nieto y le puso unas monedas en su bolsillo por si se le ofreciera algo. Después de 20 minutos de despedidas se fueron rumbo a México para donde estaba la quinta de los biólogos.
En la casa del poblado todos estaban tristes porque la monotonía de la vida se había aumentado con la partida de “Tiros”, ellos eran gente muy humilde pero con muchas esperanzas que les cambiaría el destino en los próximos años. Un día de agosto, y sin saber nada del muchacho, el abuelo se fue como siempre lo hacía al mercado para comprar varios abarrotes y oír las noticias en el radio de la panadería, cuando oyó algo, no lo podía creer, y diciendo en voz alta “se los dije, se los dije que mi nieto iba hacer algo muy importante”, se le acercaron los demás conocidos para que les dijera que había oído, que cual era el motivo de su alegría, el señalando el radio, repitió  “Tiros en la Universidad” , se los dije “Tiros” ya está en la universidad, pero ¿hace cuánto que se fue?, parece que fue ayer y él está en la universidad, a su paso y esquivando a los demás que se le habían juntado, se fue para platicarles a sus familiares de tan buena noticia, después todos los del pueblo sabían la noticia.
El abuelo muy a menudo, comentaba que ya no había sabido nada de su nieto, pero se calmaba acordándose que eran varios años los que tenían que pasar para salir de la universidad, eso lo calmaba un poco. Un día y sin tener ninguna noticia, se fue a la panadería a escuchar el radio, otra vez se sorprendería al oír “Tiros en el Congreso”, eso lo emocionó tanto porque su nieto ya era diputado y ellos no habían sabido, volvió a decir se los dije se los dije, que mi nieto iba a llegar muy alto. Les explicaba a los demás compradores de la panadería que había oído que Tiros en el Congreso, que no lo podía creer, se encaminó a pagar sus panes y se fue rápidamente, esquivando a los demás, ya en la casa de su familia para darles la buena noticia.
El abuelo estaba muy orgulloso de su nieto que se había ido a la capital y en poco tiempo, había podido entrar a la universidad y después al congreso, eso era todo un logro para su retoño. Fue a la panadería para ver que oía de su nieto, pero esta vez, lo que oyó, casi lo hizo morir, soltó la charola redonda en donde está juntando su pan y dejando las pinzas metálicas en el mostrador, el abuelo se fue sin decir una sola palabra, iba con la cabeza inclinada y la vista perdida, sus pasos eran  cortos y arrastrados. El abuelo llego a su casa y se sentó en la mecedora con una cara de tristeza que no podía ocultar, su hija salió y preguntándole como le había ido en la panadería, el solamente apretó los ojos y le rodo una lagrima, la hija volvió a preguntar pero que te pasa papá, es que oí algo muy triste no lo puedo creer, que fue lo oíste? le preguntó, “Se Cogieron a Tiros en Garibaldi”. Jajajajajajajaja
Moraleja: Los hijos siempre tenemos que estarles hablando a nuestros padres y abuelos, para que sepan de nosotros! Somos siempre su tema de conversación favorito. No los olvidemos nunca.


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